Plantar un futuro
en medio de un óbice
lleno de descaro.
Lo recurrente
como salpicadura
de un veneno inoculado
por la parálisis.
A veces
el tacto
se deshace
con el sudor
del sueño.
En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Plantar un futuro
en medio de un óbice
lleno de descaro.
Lo recurrente
como salpicadura
de un veneno inoculado
por la parálisis.
A veces
el tacto
se deshace
con el sudor
del sueño.
No lo dudes.
Aún se arrastra el corazón
por sanatorios mentales,
deseando hallar
la cordura que jamás tuvo.
Yo me miro
como causa perdida.
Tengo sembradas
flores que no brotan,
pido a la tierra
que se corte las venas,
para que suceda,
siempre, la vida.
Me he cosido
una capa de punto bobo,
siempre creí ser un super héroe,
mas no supe ser consciente
que soy super tonto.
Ahora tiño
los pañuelos
de verde.
Algún día
la despedida
será una esperanza
para que llegue
lo que imaginamos
cuando nadie nos ve,
y estamos frente al espejo
del baño, antes de ir
a la ciudad a agotarnos
entre cafés y por qués.
En realidad, también
finjo ser lo que no alcanzo,
mientras me seco tras la ducha,
y juego.
Yo mimo
mi causa perdida,
por eso abrazo con furia,
las despedidas.
Nunca corrijo
en eso que yerro.
Me equivoco
y me humanizo
por ello.
Vivo en entrega
de todo lo que arde.
Llevo una piedra
conmigo, es la misma
con la que siempre tropiezo.
De mi herida abierta,
brota sangre
que no es mía,
porque equivocarme
es empatizar con el error
que tú cometes,
y no lamentarme
de la existencia.
Cuento mi desesperación
por los arañazos
en mis paredes.
Mi ciclo es como el disco
que rayas de tanto escuchar.
Cuento como el preso
las marcas de la pared,
grafitis insensatos
dentro de cuatro paredes mudas.
Cuento,
esa pieza imaginaria
que relato por lo bajo,
mientras todo es un disfraz
inevitable de sensatez mugrienta.
Cubiertas las estancias
solo nos queda
la duda acuosa
de no ser nada.
Imaginada compañía
que genera llaves
a todas las puertas,
se cansan las preguntas
de no ser resueltas.
Cuatro clavitos
tiene mi cama,
mis dos ojos
me vigilan.
++++++
Escribo
porque la vida
es una ecuación
y yo soy de letras.
+++++++
Siempre que alguien
se va,
mi corazón
hace como las lavadoras;
desordena mis calcetines
para dar un tras pies
tras tres tristes dudas.
Esas que desgranan
la vida con prisa.
++++++++
Sale el sol
sin pedir permiso,
como la sonrisa
exuberante de su boca
mañanera.
He realizado
muchas impurezas
por buscar en el mundo,
como el que rebusca
en la basura,
el tesoro para el estómago.
Siempre deambulo
por el hambre;
una mentira callejera
para mendigarle besos,
y beberme con ella
una cerveza.
Vacío
escupo en mis manos
las palabras que no escribo.
Peino mi pelo estirando
hacia atrás fuerte,
deseando apagar
todo lo que ocurre
de manera constante.
Me cepillo en silencio
apagando el fuego del pecho,
sintiendo en mi lecho
lo común,
de mi ego miserable.
Deja que llegue.
Yo me encargo
de dibujar el camino.
Los bares serán una epifanía.
La vida un reflejo de lo usual,
comúnmente llamado experiencia.
Muy alto.
Provocar la risa
en lo sospechoso.
Imaginé que todo esto era
una medio mentira
o una verdad con medias.
Desde el albor,
cuento las hojas
caídas, en los idus,
que agosto vomita.
Apenas roza
el tiempo
mi piel rota
que imagino
en nada,
un breve olvido.
La medida del peso
debiera ser el beso.
Todo el mundo muere
agonizando,
vives por un buen gesto.
Desciendo bajo el cielo
con una taza de café, solo.
Mi curiosidad por encima
de mi imaginación,
me permite
mantenerme vivo,
y dentro de este paréntesis
que no cesa de sorprenderme.
Vivir es descubrir
mas hasta que llega,
imaginas esperanzado,
caminas curioso,
sufres dolor y lo pintas,
en paredes ajenas,
como un grafiti de abandono.
A solas
bebo los restos
de mi cerveza.
El bar es un campo de muerte,
una matanza de los buenos sentimientos.
La parca corre por mi espalda
con dientes de papel escrito.
Se abre una brecha en mis genitales;
incurable, busco el reducto de escozor
que malcure mi rabia.
Aún estoy vivo,
todavía la sordidez
aviva mi sexo.
Voy a mear en tus pies
como un lobo enajenado.
Entra,
abre la puerta
estás a solas
ante el hastío.
Todo es de color
naranja,
cuando tus ojos
se cierran.
Arrancate un dedo
y tíralo a un precipicio
sin nombre.
Confundo
la linea de tus caderas
con el uniforme
que visten las praderas.
He alineado los ejércitos,
esta noche
voy a acabar con todas las guerras.
Voy a hacerlo todo
sin tocar,
voy a hacerlo todo
interpretando.
Tengo un cielo en los pies
un infierno en mi cabeza.
Vuelvo a observar las copas
de los árboles rascar
con insidia un viento
de azufre y uva.
El miedo anida
en mis manos,
y vuela libre como el mirlo,
al componerlo en letra
en una partitura de arrojo.
Mis ganas
son las de tener
de nuevo
nueve años.
Sentir la muerte
como suicidio
de la vejez;
que la sangre
sea la transfusión
de mi propia
reencarnación.
Revivir es hacer
plastilina,
de las patas de gallo.
Vivir es una emoción
constante.
Tengo un parásito
entre mis uñas.
Viaja hasta mi cuello,
traga licores de sueño.
Me pica,
y rasco escribiendo esto.
Ando envenenado
con mi sangre,
mi parásito
ha formado glóbulos.
Tengo un parásito blanco,
me ama...
lo mato con tus sesos.
A mi me despeina
el viento que nos da,
cuando recogemos
la soledad
que sembramos,
al besarnos.
Tú y yo,
pronombres
fabricados
con voz de aliento.
Eterno juego
de lenguas,
con idioma
trastornado.
Muy despacio.
Así, como si hicieras algo
que fuera a durar mucho tiempo.
Tómate tu vida como un espasmo,
disfrútala como si cenaras
al borde del universo.
Así muy despacio,
escucha la ciudad...
está llena de trombones
melancólicos,
de trompetas lloronas.
Puebla el gris asfalto,
todo lo que imagino.
Soy animal urbano,
el acoso de un sistema,
falleció en la memoria
de los betamax.
Peco, pecado...
adoro las pecas de su espalda,
las cuento, las beso.
¿Pecamos?
Muy despacio.
Así haremos que todo esto
dure mucho tiempo,
mas sea intenso como ese espasmo
que recorre nuestra historia,
en la intensidad del orgasmo.
A menudo soplo
con fuerza
para expulsar
fuera mi profundo
y enajenado
misterio desfogado.
Camino chiflado,
bebo sólo,
mutilo mi recuerdo
en función de lo vivido.
Compongo luces
sobre sinfonías ebrias,
como en el circo absurdo,
río a carcajadas de mi tragedia,
sorbo con furia
una cerveza.
A veces voy tan ebrio
que sueño sentado
en una silla
a la par que envuelvo
mi corazón en las cortinas.
Ocurre siempre
cuando se me divide
lo que pienso,
porque multiplico
mi dolor por el inventario
del olvido.
Todo es una farándula
sobreactuada,
viajamos con equipaje
cuando es mejor convertirse
en iridiscencia contra el futuro.
Tumbado en la cama,
inquieto,
una especie de ciclón
dentro de mi estómago.
Creciente de sueño,
mas aun,
destrozado.
Incorporo mi espíritu
por encima de mi cuerpo.
Endemoniada danza
del furioso sonámbulo,
como un autómata
busco a : El hombre aproximativo.
antes escojo la Oda Plutoniana,
todo exceso es poco...
vuelvo presto a la cama.
La irascibilidad inconformada,
me arrastra, de nuevo, a la librería,
agarro a Tzara... como la caja
de Valium.
Esta noche, el insomnio
no es claro,
la guerra es pura esquizofrenia.
¿Dónde esta mi Pesanervios?
Vivir es un padecimiento continuo,
La fe es una errata,
que escabulle ilusiones
por el sumidero, hasta la charca.
Ni Artaud,
ni Cezanne,
ni absenta,
ni Tzara.
Esta noche es locura,
en el mismo precipicio
que anuncia la letra
escrita por una vez,
como la ropa tarada.
Todo cabe en esta vida,
hasta esa avenida por la
cual corre
la muerte advenediza.
La vida, esa apología
de vesanias.
La angulosa circunferencia
del error continuo.
La vida, esa fecha extraña,
esa imagen continua,
esa moneda que encuentras,
este momento que vives,
lo que te sucede constantemente.
Verte es chocar
con mi vida.
Maldita belleza, infernal paisaje.
Proseguir con mi carga,
es concienciarme del oxímeron
que, traza pasos en esta infernal
vida perecedera.
Lamo cada estambre de tu boca.
Polinizo mi escritura,
a cada uno de tus besos.
Quiero vivir,
con la muerte
creada, por una eternidad,
de belleza presente.
Es un caracter
inimaginado y perverso,
la mirada del ojo sangriento.
Pienso en medio
de la inscripción del mordisco,
no en el daño,
si no en la cura.
Casi todo
llega ayer,
pero se le engaña
con el mañana.
Intentando mantener
el equilibrio por las calles.
El mundo se mueve demasiado.
Dicen que el truco
está en taparse los oídos,
pero hasta los golpes
tienen su melifluo.
Junto al bosque,
encuentro miles
de besos en forma
de hierba.
Dentro de la ciudad,
hallo millones de páginas,
con sabor a olvido.
Detenerse no es dejar
la lucha,
tan solo es pausar,
y reestructurar la pauta.
Practicarte el arañazo
como sistema,
de cohesión territorial.
Nada va a liberarte,
del castigo
dictado por el sueño
que muere en pequeñas
dosis.
Tan sólo
tu decisión,
alejará la guerra.
Tienes una sonrisa
tan infinita,
que su nombre es:
eviterna.
Ahora suicido
mis horas,
acurrucado en tus brazos.
Saboreo tu respiración,
como una dosis
de inconsciencia.
Entro con ella,
en un parnaso
de lisergia
no comprendida.
La diferencia entre el yo,
y el ego,
es un estudio;
de la coral que nos rodea.
Vendo esos pasos
que no doy en tu ausencia,
soy como un río.
++++++
El borde de mi vaso
es un estigma,
muero al trago
del vino asustado.
+++++++
Nunca llego
al término de la búsqueda,
encuentro en la senda
el agua que sacia,
mi melancolía.
Borracho bajo
el alma del parque,
bebo cerveza
de manera irremediable;
he descubierto la pena
humana,
y no merece ser eludida
sin el concepto propio,
de su misma existencia.
La felicidad es una garza
que bebe del lago,
hasta que siente el espanto.
Yo también alzo el vuelo,
cuando el viento,
despoja al loto.
Todos los meses,
tienen su doble
augurio de tristeza.
El óbice renace,
a cada paso inseguro
que damos.
Creemos que el tiempo
es un torpe objeto,
cuando en realidad
es una constante clepsidra,
que nos moja y empapa
de advertencias.
Llueve, y el tiempo sigue.
Te sumerges en el mar,
y no se detiene.
Es la verdad universal,
el severo viaje,
de experiencia y muerte.
Mi corazón
todavía es un salvaje.
Lleva las muescas
de mi vida desaforada.
Me sorprende que aún
siga latiendo,
para mantener mis pasos
dentro de esta cuerda.
Es el que más cree en mi,
gracias a que ella me mira.
Tengo guardados
tres momentos,
que olvidé vivir.
El deseo es fuerte,
pero el tiempo
va hacia delante.
Ya imagino que serán más,
pero los minutos,
son canciones
que tarareo
y aunque pasen,
queda una melodía,
que silbo de manera inconsciente.
De tan despacio
que camino,
no puedo contar
los árboles del sendero.
El ginko, se cubre
de aire y sufre.
Me recuesto
en la hierba,
junto a un campo
de cebada,
nada puede detener
este suspiro
que se atranca.
Navego inquieto
por tu saliva,
remar contra corriente,
es ir en busca,
del beso que he perdido.
Soy el pleonasmo
sugerente,
de mis desidias.
Quizá mañana,
encuentre mejor
remedio a estos días
tan concretos,
tan vacíos.
Ojalá que todo
sea pleamar,
al mirarte.
Todo es simbolo,
muestra de un relleno,
libre interpretación.
Nada es acusable,
salvo la excepción
no imaginada.
Miro el fruncido,
abandonado y vetusto
que navega en la noche,
vivir es una oscuridad
a plena luz.
Encuentro en mis días
tus gritos de anhelo,
sufro viviendo,
todo lo que te pica.
El sueño es asesinato,
del deseo.
Por esto boxeo
y pierdo,
en cuartos de baño,
noches extraviadas,
en las que beso
el suelo.
Y que todo,
acabe en nosotros,
y no sabéis que somos,
la vida inyecta.
Como la vacuna,
creemos ser antídoto,
pero somos el virus.
Nuestra experiencia,
es lo que deseamos
matar, con vacunas...
esas que estudian,
para detener
virales que nos infectan.
Lo más humano
es la enfermedad:
por eso nos matamos.
Aún mantengo,
algo de fuego en mis tripas,
esas que guardo a hurtadillas,
en el cajón de tu mesilla.
Esta mañana fui a regar
las plantas con mi tos,
nada es lo que era.
Me descalcé y hundí
los dedos en lejía,
mis pasos son negros:
todavía.
Oigo el parloteo
del cielo,
todos los días
son un implacable
destino incierto.
Venimos de un estado
mortecino,
y viajamos a una muerte
segura, con la inseguridad
del minuto ordinario.
La vida es ese cartel de descanso
en la puerta de la tienda,
parentesis de consciencia
en medio de ambas muertes.
Vivir es comerte un bocadillo
en el recreo,
con aquellos
que son de tu pandilla,
mientras ríes y amas.
Cuando se torma todo
en ceremonial de té,
viajan hasta mi,
una manada de espíritus,
con la costumbre
entrelazada,
en una imagen absoluta
de nocturnos y precipicios.
Como un anciano
bajo la luna,
permito que la lluvia
realice su laboriosa
melodía del vuelo,
ausente de espanto.
La reflexión ante el vino
se convierte
en filosofía absoluta
de los amantes;
que como mariposas,
ocultan sus rasgos
al ser crisálidas.
Todos tenemos un espejo,
un blues,
y deseos no realizados.
Bebo vino oscuro,
como café negro...
olvidé que todo el mundo,
como yo,
se entristece en la ducha,
y camina bajo la lluvia.
Ayer, hoy, y día siguiente..
consecuencias inherentes,
causalidades abyectas.
Reparto mi contenido
entre mis propias
resurrecciones.
Piénsalo
por un instante...
lo acumulado
es un peso extraño.
Mejor llegar a la meta,
con el peso del sudor,
entre tus manos.
Rompí una botella de cerveza,
empapé todo el coche.
Tuve que volver a la tienda,
el chino me miró con mala cara.
Me corté la mano,
limpiando cristales.
Hay días vacíos,
que no me sale nada.
No encuentro nada,
en mis libros viejos.
Perdí todas las fotos
del colegio.
A penas siento,
esto que escribo.
Seguro que en el infierno,
hay días igual de nublados.
Porque en medio
de la noche,
brilla como un rayo
la soledad borracha.
Vacié mi espíritu
y ahora no tengo
estado.
Descalzo en la madrugada,
busco la vida,
mientras me mata
lo vivido.
Senda zigzagueante,
abandona tu afición
a ponerme zancadillas.
La dirección.
Todo nos lleva y conduce,
a veces también te pierdes.
Huelo en tu pelo,
cuando bebemos en los bares,
el sexo mañanero.
Vivir es una carcel,
por eso comparamos
el corazón con un globo.
Fui parido
por calles bipolares,
fui abducido por poemas
cargados de extrañeza.
Ahora bebo, y bailo;
a solas en la cocina.
Es harto complicado,
superar esta muerte diaria.
Ser invisible
y no ver mi reflejo,
al pasar por los escaparates
de la ciudad, donde vivo.
Viajar a saborear
la adolescencia,
y aquellos besos.
Tomarme las cervezas,
mientras cerraba los ojos.
Después de aquello,
todo es muerte continua;
vivimos,
vivís,
viven;
en un suicidio colectivo,
vamos poco a poco
matando el gusanillo,
asesinando nuestros vicios,
esos que nos van dando:
una vida sosegada.
Me subdivido
dentro de esta estancia
tintada de gris;
color tomado del asfalto.
De lo partido,
genero varias ecuaciones
sin solución alguna.
Escribo fórmulas,
dudas, entidades,
mas acepto por no desaforarme,
que vivir es cuestión de números,
y la letra pura, el comprimido
que ocasionalmente evita,
la camisa de fuerza.
Casa de porcelana,
bajo la lluvia fina.
Todo el desgaste,
es símbolo de vida,
cada arruga.
Ayer tomé vino
bajo la luna creciente;
hoy canto a solas
la melodía ausente.
Son diez diamantes
lo que coronan,
mis dedos.
Diez brillantes,
que cortan
mis dientes.
Ando desaforado,
sin hecho logrado.
Vivo como el joyero,
que mastica,
con oro falso.
Tengo todo
metido en un bote.
Las ganas de lucha blanca,
el viento de los viernes,
la partida perdida,
el sueño incandescente.
Es una píldora
malévola,
que trago cuando bebo,
masticando cristales
tintados de vergüenza.
Recojo así lo que no alcanzo,
siendo una partida lujuriosa,
vivir con el dolor, de lo que sufro;
al soportarme a oscuras.
Recluidas en un bote,
como café maltratado;
gotean mis ganas,
que he fabricado
como gotas de orina.
Te beso como si meara,
te recuerdo como esa gota
que tras orinar, calienta
en medio del bar,
la entrepierna que nadie besa.
Un goteo íntimo,
una tibieza secreta,
un lenguaje sencillo
que hablamos esos
a los que amar,
les mata mear.
Entiendo la vida,
como un sismógrafo
descontrolado.
Tengo todos los temblores,
incluso aquellos
que has olvidado.
He dibujado como adulto
y con pulso de niño,
un bloc de espanto,
al carboncillo.
la muerte está siempre serena,
aun cuando más vive
Aguanto el fuego
de la vela,
siendo viento
intransigente y vitalicio.
He inclinado palabras,
al borde de un segundo
eviterno.
Ahora desboco
mi furia,
a cada sorbo de cerveza.
El té de crisantemo
carcome mis entrañas,
al tiempo que huyo.
Vivir en la extensión,
finita de un páramo.
Cavilar en el tropiezo,
reflexionar con
esperanza.
Lo malo de vivir
es, en ocasiones,
el hollejo,
pero siempre
se excreta,
o deshecha.
Tomo vino,
pues necesito
albores,
olvidados por otros.
Vivir despellejándome
los dedos con los dientes,
concluirme cada día
imaginando, que tu vagina:
vuela como una garza.
Tengo una sensación de muerte
dentro del cuerpo,
que el mundo se queda enano.
Hay un trozo de cerebro,
que no es mío,
y domina mis días.
Quisiera acabar,
con lo que me gusta,
pero lo necesito.
Entrelázate;
sé como el cordón
de tu torpeza.
Déjate caer,
tropieza,
riete de ti mismo,
antes de romperte la crisma;
es la mejor manera
de ahitar tu sardonismo,
antes de que sacien,
con tu ridículo,
su ironía.
Abúrrete esperando,
eso que no llega,
y tanto deseas.
Desesperate,
bebe cerveza,
maldice al cabronazo
que lo gestiona,
pasea, entra en los bares
como si entraras,
en cama ajena.
Mastúrbate,
ráscate la espalda,
córtate las uñas...
Tras esto, llegará,
entonces,
parecerá una mierda
todo el sufrimiento.
La desesperación,
habrá servido
de aprendizaje,
para continuar
sobreviviendo,
en esta carrera,
en la perra vida.
Sentido amargor,
las hojas caen del tallo;
un corto viaje.
++++++
No es alegría,
vino el ruiseñor solo,
ebrio y triste.
++++++
En los aseos,
las putas entonan
sus carcajadas.
++++++
En el presente,
nos llega el pasado,
ciego de futuro.
Agito mis manos,
nadie me oye.
Como el avión vacío,
cruzo el mundo herido.
Empezaría de nuevo,
pero sin mi, en mi mismo.
Cada vez es más difícil,
leer mi codigo.
Ahora grito...
solo escribo a solas,
con el escozor
de mi esencia.
Me conozco menos que tú,
y no me encuentro
en ningun diccionario.
Esa es, la peor de mis características.
Borracho de cerveza,
aliento nocturno
y cargado de alevosía;
camino por calles
tan sucias que mis zapatos
huyen de la suela.
Ya no hay bares,
porque el humo: vive fuera.
Hemos aniquilado nuestros
ancestros,
para convertirnos en confeti
pisoteado, de un cóctel snob.
Algún día fumaremos opio
en compañía de niños,
pensando que es tóxico,
el pegamento del colegio.
Fino como el pellejo,
fuerte como su interior.
Deshace y desecha.
Selecciona y elige.
Empeñados en elegir el corazón,
cuando con lo que se ama...
es con el estómago.
Los sueños
son carne picada.
Relleno de un corazón
esperanzado.
Soñamos,
sin virtud,
despertamos
en medio
de una realidad;
indefensa.
Soñamos con derecho,
a cumplirlos.
Sueños que son carne picada,
restos de otros sueños
que se cumplen,
utilizando los nuestros,
al tiempo que en el latido:
engordamos con deshechos.
Hay siete fuentes amarillas
para cada melocotonero en flor.
Los bosques enturbian sus juncos
al trote de un ostro enegrecido.
Un jardín de bronce,
una llave de acero,
una puerta de latón.
Muerte constante,
trepa por el tronco
de un ciruelo,
un mirlo huye,
con el canto ronco.
Un vaso vacío de vino,
que alguien ha bebido;
el hombre es todo esto,
y aún vive, orgulloso de ello.
Podría hacerlo todo,
pero quiero hacer nada.
He decidido machacar
pasar página.
No voy a dar las gracias,
tan solo, seguir imaginando.
Voy a hacerlo todo,
como los demás,
pero al revés.
Meo contra las flores,
el cielo y el viento.
Meo y grito
en medio de todo esto.
No cesa el ruido,
no cesa.
Meo contra todo,
siento que todo está
dispuesto.
El peor motivo,
es vivir con paciencia.
Vivir en contenido,
empaquetado como un espíritu.
Dos realidades que luchan,
para ser dueñas del continente,
imagina esa lucha,
y tú, en medio.
Es una voz estereo,
advierto una muerte,
parada, y sin marcha
hacia delante.
Tener un cuerpo,
con dos ordenantes.
Vivir en un epicentro
de voces,
aceptando a la garganta
que gane.
Vivir mudo de uno mismo;
cumpliendo contigo,
sin conocerte a ti mismo.
4A diario
ne lo recuerdo,
tachando los días
en el calendario.
Me gustaría decirte
que tus ojos son dos luceros,
pero prefiero comerte el coño
despacio, a camara lenta,
penetrarte después decirte:
Nena, haremos de esto
una historia.
Bebo solo cerveza,
tu chocho; me alimenta.
Arranqué de tu mano muerta
un crucifijo de muerte,
con el que escribo versos
que arden sin suerte.
No hay nada que muera viejo,
la vida siempre está,
y es continua.
Solo envejece la muerte
porque no muere
y es esclava del tiempo.
Todo muere joven,
solo muere la muerte.
Estar al borde exacto
de toda locura transitoria.
Imaginar que ocurre,
mas no sucede.
Formar parte
de una estampida masiva.
Morir con disimulo
mientras el mundo,
se ocupa en estupideces
para mantenerlo sin rumbo.
Aún mantengo
una fiera lucha,
de reyes, en mi copa
de vino.
Los bufones,
dominaremos el mundo.
Por el humo,
la cerveza,
los bares,
y el amor, canalla.
Bebo de la botella
y te beso.
Con estas cosas
sencillas, regreso.
Amalgamo,
amaso...
dentro de tus caricias
me pierdo.
Vivir no es fácil,
mas nos queda esto.
Lo dejo hecho
y recuerdo doblarlo.
Mentiría si deshago
lo encontrado.
Bebo, y prefiero,
hacerlo a solas.
La muerte es
como cuando te miras
en un espejo, a solas.
Te sorprendes hablando;
imitando un éxito.
Luego vas; te duchas,
te matas; y piensas que eres
como el gel de baño,
una reencarnación,
el sufrimiento de la espuma,
que elijan tu marca,
mientras pides en la calle
lo que te falta de dinero,
para huir de tus sueños.
Desacuerdo, sin duda.
El resto del mundo
se destroza en besos.
Sin embargo nunca
renuncio a espiar
al mundo, por el agujero
de la cerradura.
He imaginado tanta partitura
que fabrico mundos
sin esa estúpida sordera.
Existe todo,
porque es arrebatado;
así como la nada
existe.
La cortina es movida,
el pájaro es cazado,
el vino es bebido,
la puerta es cerrada,
la vida es vivida.
Todo es un pasivo,
ejecutado por la muerte.
¿Qué esperas que no llega?
Yo espero con cerveza
en la mano,
a ser disfrutado de la vida.
Todo se estrella,
choca y se destroza,
estrellado el ansia,
el ánimo...
estrellada la esperanza.
Tan estrellado todo,
que hasta en el infierno
del confuso abrir de ojos,
veo un cielo nocturno...
un cielo estrellado.
En medio
de mi mugre
está mi corazón.
No me reconozco.
Siempre he sido
un bicho raro,
un 4° de E.G.B
una pieza de exin castillo,
todas mis películas son mudas,
y aprendí a derribar castillos,
con las trenzas del hastío.
Todo me huele
a tu coño.
Las ausencias
de esta estancia,
las largas noches
rebozado a solas
en la cama;
traen el aroma
a mis dedos,
de nuevo,
como una efervescencia
desatada.
Todo me huele a coño,
ese aroma que perfuma
el mundo.
Escapo,
me escabullo
de lo aprendido,
creer en lo que no se ve,
es andar ciego de rabia,
por el mundo.
Siempre he sido,
de aprender
en los filos
conscientes,
del sufrimiento.
Quizá el mañana
traerá más miedo,
ojalá las armas,
dispararan esperanza.
Sé como vuela la garza,
como destruye el fuego,
como atardece en el Egeo,
como cae la lluvia en Asia,
como rompe el mar, en Hornos.
Créeme si te digo,
que el escalofrío que recorre
mi sexo al besarte,
es un cóctel del mundo entero
al sintetizar la belleza,
que habita en este planeta.
Mañana te diré,
al oído, en secreto,
dónde está la muerte
cuando eyaculo contigo.
Esta noche... bésame;
quiero sentir la luz
en esta noche de invierno,
al borde de la copa de vino.
Prendido del pelo
llevo vello de su pubis.
La noche se ha hecho corta,
el vientre está repleto
de esperma,
ella deja la cama y se peina,
el sol sale con desidia.