En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Aguanto el fuego de la vela, siendo viento intransigente y vitalicio.
He inclinado palabras, al borde de un segundo eviterno.
Ahora desboco mi furia, a cada sorbo de cerveza.
El té de crisantemo carcome mis entrañas, al tiempo que huyo.
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