Vamurta desvariadas.

Canta el reloj
sus pasos deshechos.
Nada es seguro
delante del tiempo.

Es el jisei
el canto del cisne
desamparado.

Mañana,
tras el falso silencio
de un mundo fabricado...
Mañana, digo,
abriremos los ojos
para seguir siendo ciegos.

Inimaginable acción de lo prescrito.

Cansado
se arrastra el aire
fracturado.

Busca recovecos
en los que ocultarse.

Pero el mundo
no entiende
cuando el dolor
se cuela por todas partes.

He arrugado miles de papeles,
he encendido cientos de velas,
he reescrito tanto, que lo poemas
me huyen.

Jamás tendré un oficio.
Nunca menos, beneficio.
Es ahora cuando camino
por el valle,
que puedo traducir el idioma
de las aves solitarias.

De cuando en cuando me atraviesa abyecta la muerte de los compromisos.

Me muevo entre varias verdades,
la solución es un acto creativo.

Tengo ahorradas muchas palabras
y he robado muchas imágenes
por el camino.

Podría comprobarme
a mí mismo,
pero trabajo sobre el olvido.

Esta historia me la conozco
es la del refrán roto,
la pierna fracturada,
el salto al vacío.

En la cola del comedor social,
todos hemos sido un mal domingo.