Suite presidencial, con vistas mudas.

Como los violines,
de una sinfonía inexacta;
aparecen adoptando formas
sin más contenido,
que una partitura,
fácil de tararear.

Como el que caminó
por las aguas,
vamos contra viento.

Nuestros profetas,
son muñecos de plástico,
en coches tele-dirigidos.

Diciendo que sí,
como el perro de la parte
de atrás del coche,
viajamos por carreteras,
y subimos por escaleras
de goma y chicle.

Hace años que leo a escondidas,
los mensajes de voz,
que dibujáis en el viento,
por eso escribo,
porque me llegan las lecturas
de aquellos que como a mi,
no nos leen, pero lo dejamos
escrito.

Un trastero,
un coche,
un voluntad,
una tetera con bilis.

Viajo fuera de todo,
con la ayuda de cartones
viejos.

Oportunidades,
insolencias...
Todos estamos bien,
como la familia ajena.

Llego blanquecino,
mojado,
nadie pregunta;
como a ti,
en ocasiones,
cuando has muerto
mas llegas a tiempo,
a la hora de la cena.

Una manta que brilla,
en medio de la noche,
no siempre es la felicidad.

Ya no hay más lugares
que las iglesias sin tildes.

Todo se ha allanado,
por la fuerza de lo caro.

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