En medio de esto, que al final no es nada

Bebía cerveza y estaba a punto de llorar,
pasaba gente por el lado del cristal,
pasaba sin más, sin detectar la tristeza,
como gotas de agua en la ventana
como burbujas del mar.

Bebiendo cerveza y mirando sólo,
sacaba mi móvil del bolsillo, pero
seguía sólo, llamé varias veces,
pero no me cogió nadie la llamada.

En medio de todo, el bar es un oasis,
y el alma una llamarada.

Salvavidas, mano
que se asemeja a la genova,
en barco de madera.

Me tendió la mano,
me llevó por medio de todo,
sonó el llanto de Prometeo,
mi esencia estaba casi clara,
vi claro que el oasis era el barco.

Bebiendo cerveza y a punto de llorar,
mi corazón es medio limón escurrido
en un plato de anchoas; y el alma,
una cerveza que te dispara
el gaznate, al canto del adiós sincero.

Narrando.

Releo cada letra de tu nombre
intentado romper las reglas
del poema,
pero solo encuentro novela
de pena, borrachera solitaria
y descontento de encuentro.

Quiero irme; pero la vida
no me deja, quiero marcharme,
pero tu corazón me amarra
atracando mi pena, en una lluvia
que no fabrica mares,
no más nuestra desazón
y un desencuentro...
el viento baila
burlándome en medio de todo.

Poeta en bar (II)

El poeta leyó:

Mi corazón tiene la bondad
de ser triste, es un verso en medio
de la noche y el absoluto tedio,
no olvida su beldad, pero oxida,
su más profunda soledad, dentro
de un abandono absoluto execrable
 y odioso; pero su sufrimiento es una botella
en medio de corazones, llenos de absenta,
que empapan almas y razones.

El poeta leyó su silencio; el poema
era un grito, y con ello, no hubo más
que una dejada de voz, en medio de un trago,
que en su imaginación, se desplomó.

Asi es el poeta, una piedra en un charco,
que en un día de lluvia, saca su punta
para joder la existencia.

Tras esto, levantando su mirada,
el poeta, sacó una botella,
derramó, en su cerveza, más de lo que había,
para aliñar su amargura....

Después:
Lloro
espuma del sueño.

Poeta en bar (I)

Siempre suele ir acompañado
pero no con alguien,
llega al bar sólo y sabe estarlo.

Es el poeta de la noche y lo triste,
todos lo miran y cuchichean,
parece enfermo, pero solo es poema
lo que le ronda por su cabeza.

Mira y parece que no mira,
se rasca la barba, bebe cerveza;
su mano saca la libreta negra:
escribe, nadie lo sabe,
pero es un vomito de espanto,
el verso que dedica al resto
de malevaje, que lo mira;
mientras el poema es revisado.

Insectos sonrientes

Cazar la vida y meterla en un bote con formol,
mariposa disecada, ves pasar toda la existencia,
como una manada de aves, con cabeza de cucaracha.

Parar el tiempo en un instante mientras ríes,
recrearte para siempre en ese fotograma
de tristeza, para sentirte las alas y no volar.

Mariposa muerta y llorona, ya fue tu hora,
y después, vendrá la hora de los demás,
y siempre será será la misma hora,
para todos los que coincidan
bebiéndose el formol que les cautiva.

Ser un furtivo mientras miras a los demás,
un voyeur de los bares, y las estaciones,
por donde todos los insectos, se acechan
mirándose por encima del borde del vaso.

Capta todo y mételo en el bote con la mariposa,
aun muerta, odia estar sola.

Recuerdo cuando hace tiempo...

Donde fui en mi ciudad,
no existe nieve ni frío,
pero si una calurosa muerte.

Lo ridículo y espantoso,
como necedad,
se asustaban ante
lo irrelevante y grotesco.

En mi ciudad no hay nieve
ni frío, pero si crisantemos
que derretidos por la calidez,
se entregan a la muerte
cantando un zarabanda
de niñez, sin suerte.

Astros y Galaxias

Lanza su vagina millones
de galaxias que se estrellan
contra el árbol inerte,
de una alcoba que nos espía.

Despegan en su choque
miles de estrellas siderales,
esta tarde caminaba sola
por la calle como una nota
que nadie reconocía,
era un apunte, una dirección
en un papel, en medio
de una conversación
con el seguro del coche.

Toqué su hombro,
toqué su pelo,
toqué su paso, estela opaca,
toqué mientras la miraba
a cien metros,
corrí tras ella, no deseaba perderme
su extraño perfil que describía
un inusual dibujo en medio de la calle.

Ahora soy un astronauta en medio
de las galaxias que su vagina
dispara.

Es una guerra pactada,
un acuerdo entre gemidos,
un bebernos por las lagrimas
mientras nos engañamos,
abriendo los ojos, de espaldas
al beso.

Ausencia de gravedad,
nuestros píes,
no tocan el suelo.
Floto a su alrededor,
mientras sus besos
parecen burbujas,
en medio de la habitación.

De lo lejano y distante

Corazón, camión de la basura
de tu reino de usura,
tan solo el sexo te cura.

Ya desde hace siglos,
por esas extensas llanuras
del amor que no envía cartas,
mandas telegramas
a quien amas y no te ama.

Correspondencia equivoca,
el amor nunca recibe cartas
de dos que se aman,
pero si envía borbotones,
de sangre en forma de corazón
a quién busca en medio de la tierra,
una bolsa de basura para olvidar
la razón, que es la resta al sentimiento.

Decisión, melocotón de barro
que masticas mientras todo
vuela, al crujir de un trozo
de uña seca.

Breviario de pobreza.

Tengo tanta pobreza
que la corto en rodajas
como monedas,
y, las ahorro en mi hucha
de hambre y frío.
Cuando haya llenado
todo el hueco con ella;
la romperé para comprar
un legajo de media noche.
Tengo tanta pobreza que nadie
me reza, es un adictivo alivio
saber que pobre, bien me libro.


Tic, tac

Si pudiera partir en dos
la aguja del tiempo,
mataría en formula
matemática
la definición:
Tiempo.

Cada una de ellas,
¡las manecillas!.

En medio del reloj,
que asesino
multiplica la vida
por exactitudes eternas,
nos define los segundos
como fracciones idiotas,
no recuerda:
Muere a cada instante,
la vida no es eterna.

Lagrimas que sufren en la ausencia del ectoplasma

Me llovió, ella lo hizo con ella misma,
me empapó mientras yo caminaba
por una calle cuesta arriba, empinada,

Me empapó mientras yo corría como un loco
por esas calles, mojadas; yo borracho,
no sabía otra cosa que gritarme,
sin percatarme,
que ella, me llovía.

Me llovió entre tinieblas
de labios supurados, por la tenebrosidad
de la ausencia en lo más deseado,
por no poseerlo.

Ella mi lluvia, supo mojarme en noches
en las que no me veía, pero me barajaba
como el as de su desesperación.

Me empapó con la orina de sus lagrimales,
para que me escociera su llanto
en la herida de este pecho salvaje
y mentiroso, que abre llagas,
para conducir borracho,
el esperpento de su existencia.

Ella me llovió, mientras sus piernas
se cerraban tras una noche de esperma
que no era mío.
Ella me empapó mientras yo, desmedido
me amamantaba de sus senos ausentes,
cantimploras de sangre negra,
por donde navega mi alma a contra vida,
gritando mi nombre en mi propio oído
para que ella llorase por el silencio de mi auxilio.

En medio de un cubo lleno de sange

No hay personas en la ciudad.
¡Mira!, ¿no ves?.
El color se trasforma en alguna
terminación incidente.

El áspero millón expresivo
que cruza la noche, sin explotar,
a veces nos confunde
y nos hace acuchillar con la palabra
oxidada, la creación restante
de lo inocuo, que en algún momento,
es indescifrable.

En uno mismo hay presión
que provoca la agonía de la belleza,
esa que nos mata mientras la olemos.

Pero cerramos durante meses
el pliego de lo prospero,
y la mascara que compramos
hace un tiempo, ya no es tan familiar.

Pero no dudes de sacar tus ojos
tras los agujeros de la misma,
porque si no lo haces, alguien
lo hará por ti, y tus ojos sangrientos
caerán por el hueco vacío de la mascara.

A través de la noche todo es hueco,
ahueca, y haz el inútil dentro del color
que la noche te instiga, el preocupante
volumen de lo fantástico, no es más
qué lo fanático del ser, en su máxima
explosió y colmada de podredumbre.

A la tarde se calmado, y deja que los ojos
vacíos, te llenen en medio del paseo,
que la música de los otros, tan extraña, te inunde
y por cada paso indeciso, toma la dosis excesiva
de esa droga, que te hace llegar, donde nada
y, alguien te secuestran, arrastrando
de los pelos de tu extraña existencia:
ese nombre que te quema.

Navegando en el lago rodeado de nenúfares.

Como el remo entra en el agua,
para que la barca avance,
así entra tu mirada en mi mirada,
para que yo navegue, hasta tu extensa
morada de cedros, que adormece
mi retorcida y extraña alma,
que arde en tu mínimo roce.

Navego en tu lago de nenúfares,
soplo por el bambú de tu entraña,
me acurruco más allá
de donde encuentro
el placer, que me proporciona
la extensa ladera de mimbre,
en la que tejiendo a menos,
construyo un lejano oriente
de miradas.

Navegando en el lago lleno de nenúfares,
jamás me sentí tan solo, cuando al meter
mi remo en tu agua, el único lamento,
fue el de un mirlo alborotado,
que se deshacía mientras cantaba
el catafalco de tu propia alma.

Tras el sendero que no acaba.

Desde que observé la hoja del fino sable,
siento el viento menos viento y más aire.

Anduve por el estrecho sendero de jacarandas;
su breve maleza, me permitió observar
lo iracundo de lo extravagante.

Lejana extrañeza, de lo no concluso,
que fustiga el paso a ritmo de brisa,
mientras sufre a casa pisada, esta lejana
tierra.

Diseñando amor en una esquela

Supongamos que soy un cadáver,
que mi estomago ha desaparecido
junto con mis pulmones y mi corazón,
junto con mis uñas, mi piel y mis ojos.

Que los gusanos se me han comido:
Piel, entrañas y sexo.

Supongamos que a todos nos pasa,
que algún día moriremos en medio de esto,
sin que esto, deje de ser exactamente,
nada de aquello.

Entonces el cadáver convertido
en fruto, porque para siempre vive,
deseará visitar en la noche a sus seres queridos.

El cadáver, aprendió cuando estaba rodeado
de carne a mover persianas y vasos,
el cadáver pensó con cerebro antes
de sorberlo...

Imaginemos que llegamos con forma
de cadáver putrefacto a visitar
a los nuestros, y hacerle ver nuestro
espectro...

Pero sin querer hacerles daño,
deseamos tocar todo lo que fue su vida,
su esto... su aquello... exactamente eso.

Deseo ser un muerto que en vida,
nace para amar desde lo eterno,
quizá, esté loco, o quizá sea un gusano
la muerte, que me come por dentro.

Pero desde el corazón muerto,
ya sabes cual es el mapa
de este desierto, la sed de agua,
no es de agua, sino plástico
inyectado, relleno de sangre templada,
para visitar a los vivos, como muerto.

Admirando el sufrimiento de una Gheisa.

Llora como una gheisa borracha y despedida de su entorno,
vaga por las calles, con el maquillaje de su cara, corrido por la lluvia,
su quimono empapado, es como una bayeta sucia,
se lamenta y cruje el suelo a sus pasos, se lamenta y el sol, es luna.
Solitaria y despechada, a cada paso teme que el suelo se abra
y se convierta en abismo para su muerte inesperada y oscura,
no desea más días, y menos, mucho menos, noches solitarias,
para su vida impía.

Baja las escaleras del metro en Plaza España, es una belleza
triste, risueña, dañada, sola como la rana.

No hay mundo en su alma, y no hay alma en este mundo
Cantaba mientras lloraba.

Gheisa en medio de Madrid, bajando escaleras sin saber
hacia donde se dirigen sus espadas, está segura de hacerlo.

Mira su cara en el charco, que las goteras han fabricado
en el sucio suelo del metro, en Plaza España.
piensa que es la vez que más limpia ha visto su cara.

Echará todo por su borda,  se siente barca rota en el río
de la noche clara,
renovará en medio de la urbe, su quimono
y, maquillaje de nácar, será una nueva ostra,

Morirá en su lamento, para nacer al esperpento.

Noche de onix que sin piedad nos trata,
ella sufre y desconozco el motivo,
yo admiro que su sufrimiento sea tan bello.

Caminando bajo la sombra del carbón

Descansa el dolor,
entre cerezos carbonizados.
mis pies se agrietan
bajo el suelo quemado.
Hace siglos esperan,
que el hombre camine,
pero el enmarañado bosque
de ramas, le asfixia.

Duerme alegría y, despierta
de esta noche ladina,
vida; arresta
la despedida,
sucumbe tu sonrisa,
a la más mínima.

Mordiendo lunas.

Comprando coca a la luna,
su brillo es la mejor droga.
Rasco sus sombras en el parque,
las inyecto en la vena
de mi esperpento.
Rojo, cuajado,
insomne, desprestigiado.

Trapicheo gótico.

Vomitando murciélagos en esta burla de espanto,
casi sin llegar lejos del cielo azul, no es lo que pensaba.

Pretendo ser algo que imagino, pero no represento.

Mi cara, espejo del karma, es un fuego de la bilis,
y el día el manto más negro de la vida.

Pero indago en el neutro pasaje de la hierba,
donde la adivinanza juega con mi pasado,
tejiendo un tropezón de alegría que rebota
contra el suelo, mientras el cazador late
entre lo dictado, por el paso de las calles,
como lluvia de negro tormento imaginado.

Vomitando murciélagos negros de espanto
sus alas me provocan una acidez,
por la que la primavera es nacer,
en medio de un nocturno de bajo calado,
y de continua burla de balón pinchado.

Niñez, Niñez, absurda angustia,
frente a la senectud de la estupidez,

Estrella vaga.

Las estrellas nerviosas
dentellean y arañan 
con su estela la piel
ajena del corazón,
que a solas, 
moja su desayuno
en la mirada perdida.

La estrella apagada
duerme en medio del cielo
pareciendo un pedrusco
para caerse.

Y la fugaz es como si 
dejara un puente de plata.

La vaga, la que me gusta;
holgazanea, como un mendigo;
a penas se mueve,
solo parpadea,
le da vergüenza soñar
porque se apaga,
tan solo queda en medio
del cielo negro
que para ella es vida.

Me gustan las estrellas vagas, 
porque al no moverse me iluminan,
me gustan las estrellas vagas,
porque errando es como si lloraran.

Me gusta pasear sólo, en medio de un cielo
plagado de estrellas holgazanas, soy un vago,
prefiero mirar a los vivos para iluminarlos;
mientras en mi quietud:
me suicida el brillo.

Definición de belleza.

Tallo:
Lugar donde crece la belleza,
flor exacta, momento preciso.

Ella se olvidó mientras le besaba,
que su vida fue bella para sentir,
lo pasado de lo no venido.

Doblando la ropa.

Todo es un viaje,
dobla tu vida
como una camisa
o un pantalón,
pero no pongas ilusión,
porque al final...
serán  botes de jabón vacío.

No hay más tristeza
que un bote de jabón
vacío, en una maleta
de esta vida que no va
a ninguna parte
excepto a la muerte.

Doblalo todo, doblalo,
pero no olvides
mientras lo haces
bailar como el día
de tu primer beso,
no olvides eso,
no es más que vida
la sangre, que en ese beso viaja...
Vida la del rasguño en la mirada,

y si deseas algo, desea que el rasguño,
te acaricie como la ropa doblada,
para cerrar los ojos y que la muerte
tique la entrada.

Jaiku del desprecio.

El viento es el miedo,
tiembla la hoja,
se deshace el tiempo.

Amo y desconozco

Yo amo un día
que por la mañana
se me hizo noche.

Amo por desconocimiento
de su futuro, la extrañeza
de nuestro pasado...

pero es mi golosina,
es mi domingo por la tarde
desde que la besé y su alegría
ha hecho de mi piel un mapa
exagerado de negación,
tras descubrir el cofre de mi mentira.

Pero mi alma es un banjo,
un ukelele, una nota equivoca
en medio de un grito borracho.

Ahora grito, pero no me escucho,
es extraño, cuando la golosina
es dulce, saber que su nombre
te torea y te mata si ella
con su verbo, es capaz
de abofetear tu existencia.