En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Nariz roja, sin heridas de sangre.
Entrelázate;
sé como el cordón
de tu torpeza.
Déjate caer,
tropieza,
riete de ti mismo,
antes de romperte la crisma;
es la mejor manera
de ahitar tu sardonismo,
antes de que sacien,
con tu ridículo,
su ironía.
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