Descendencias incandescentes, que viajan entre nosotros como legado propio del horizonte sin fronteras.

Elevo el ancestro
de mi espíritu,
hacia la cadencia absoluta
del crepitar de mi pasado.

Ebrio de almizcle y deseo
viaja mi corazón,
sentado en una nube
de sake.
Van poco a poco
colmando las calles:
latidos como Bhangra,
sangre como Taala;

Todos los números,
ahora son ritmos.

La mirada curiosa,
conquista,
la aviesa envidia.

El amor es una moneda
que rueda calle abajo.

Las bicicletas se inventaron
para transportar,
corazones inmarcesibles.


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