Futbolista horizontal. Poeta en el bar XI

Mientras todos miran el fútbol
en este sordido bar,
yo me imagino montandola,
cabalgando en la vía lactea, corriendome como un planeta;
formando una constelación distinta,
hacer de la estrategia una capa caída;

y al sacarsela flotar juntos, mientras
de su vagina mi esperma chorrea,
cayendo en los campos de fútbol,
inundando de semen las porterías,
naciendo poemas de las bocas
de los hinchas, trasformando
el campo de juego en terreno
de lectura...
Marcando goles horizontales
con mi polla...

Mientras ven el fútbol,
deseo que sus piernas sean los travesaños de mi locura.

Guardaespaldas de trapo. Poeta en la cama V.

Es una muñeca de trapo,
tiene el corazón trasparente
le falta a veces un ojo,
tiene un brazo roto.
Ella es una meñeca de trapo,
tiene la sonrisa dibujada
y enseña los dientes
de cuando en cuando.

Es una muñeca de trapo
por eso cuando duermo
con ella, la espachurro
contra mi pecho,
y ahuyenta al monstruo
del armario.

Ansiedad y muerte. Poeta en la cama IV

Se acerca y se va,
mientras muevo mis piernas
en el sofá,
a la vez que la noche
me patea,
al mismo tiempo que camino
y no la tengo.

Tormenta callejera, la vida espera. Poeta en el bar VIII

En el sotano de un hospital,
bebo a sorbos un café,
si no me equivoco demasiado
lo acabaré en breve.
Como los enfermos que aquí
yacen, todos esperan
a ser sorbidos por la tormenta
de la calle.
La vida desea ser rescatada
de la cama... En ocasiones.

Lunas y linternas.

A veces me bebo la luna
otras me emborracho con ella.

Siempre hay un ojo que ve
y otro que sueña.

El camino es confuso;
de su piel
se fabrican las luces,
no hay oscuridad
si ella parpadea.

Puzzle de carne. Poeta en la cama III.

Se levanta y va al baño,
su culo mientras camina
escribe en el aire un poema,
la extraño en estos cinco minutos
que orina y fuma.

Imagino que voy a ella mientras
me trasformo de nuevo en lobo,
para devorarla por todas partes.

Aunque tan solo hecho un vago
la espero en la cama para abrazarla
y mientras la amo, penetrarla en mis
brazos siendo un puzzle de unión
extraña.

Boxeador y borracho

Subo la cuesta hasta su casa
cojeando y dolorido,
ella es una recompensa
que clama la paciencia.

Llego hasta su casa,
deseo siempre con ella
ir más allá de las manos.

Su cama es un cuadrilátero
donde libramos las mejores guerras.

Cómplices en el amor,
rivales en el sexo,
ella apunta y yo disparo.

Marca de agua

Ella canta en un charco de lluvia,
sonríe y hace que el mundo
sea tan pequeño e importante,
como una tilde.

Espíritu abierto.

Pensando en la muerte
de los líquidos que bebo.

Imagino que se matan
contra vasos y cristales.

Cuando en realidad
me abren el pecho
a navajazos
y me dejan caer su alma
en medio de la noche
solitaria.

Niño de treinta y tantos

Miro hacia atrás de vez en cuando
y me veo con siete años y un balón
bajo mi brazo, la cara sucia y las manos
y las rodillas raspadas.

Miro y me sorprendo persiguiéndome,
como haciendo guardia, escoltándome
para no huir hacia donde las estatuas
se desmoronan.

Es mi guardaespaldas la niñez,
que sigue jugando a la pelota
marcando goles a esta madurez
que no me llega.

Ocurre.

Muescas en la oreja,
la hierba refresca la herida,
que tantos años ha sufrido.

Observando el pasado.

La gente pasa,
blancos pies calzados,
espaldas de ladrillo,
labios desnudos
pechos sin palabra.

Mi sangre es un viejo
que sabe demasiado.

Tengo los bolsillos
como un corazón
sin riendas.

Bebo y amo.
Bebo y amo.

Vino templado, frío corto. Poeta en el bar VII.

Tomando un vino
la barra del bar es una pierna
larga, donde apoyar mis codos,
mi poema es una luna llena,

Bebo vino sólo cuando me nievo
y el frío es tan breve que siempre
pido otro.

Templo con el vino
mi alma hiperactiva,
calmo con él mi intensa
muerte, y me lleva
de la mano, hasta el momento
de la vida.

Luz y aire, cama eterna y vida llena. Poeta en la cama II

Me duele la espalda,
corta mi locura,
la vena gorda de mi corazón
salvaje y perdido.

Daño lo que me gusta,
creo y doy formas a fantasmas
que mueren en su castillo de barro,

mi estomago es una diana,
estoy a oscuras, me destapo,
quito el edredón que tanto me pesa,
enciendo una luz, lo primero que veo
es a ella.

Abro la puerta, subo la persiana,
ya no estoy tan solo en esta cama.

Pequeña guerra, soldado minusculo. Poeta en el bar VI

Cada vez me gusta
más lo mínimo,
copa de vino,
beso en la espalda.
Apoyo mi cabeza
en el dorso de la mano,
solamente bebo
cerverza.
Espero en segundos,
la beso despacio,
me hinca el diente;
mi pecho ferviente,
guerra sin armisticio.
El único tanque
está lleno, de gotas
de ginebra
Cada vez me gusta
más lo mínimo,
soy un egocentrico,
porque a su lado
soy pequeño.

Aperitivo de flores.

Hubo una exactitud
en esta memoria tonta,
que deshacía niños
mientra pensaba ignota.

Ahora solo es una chocolatina
horrorizada por la mella.

Pero desea superar este trance
un domingo por la mañana.
Cuando todos beban cerveza
al sol con relojes atrasados,
miraré sus sombras, que al poniente,
se adelantaran por la derecha,
para llegar antes a la muerte.

Callejero indomable.

Como un chuloputas,
mi corazón recorre
esas calles del amor,
en las que al final;
su valentía es un
sollozo infantil

Sumidero de quimeras. Poeta en la cama II.

Hay un agujero en mi colchón;
por ahí se escapa la mitad
de mi imaginación
y con ella la vida en sueño.

Es negro y profundo,
meto mi brazo y mi nariz
y mi pelo y mis intenciones.

Yo deseo taparlo,
echo todas las noches mi semen,
y vino tinto, cerveza con espuma,
lagrimas y saliva, pero no hay forma
no se llena, no cubro la expectativa
de su avaricia y egoísmo,
que tanta envidia me producen.

Hay un agujero negro en mi colchón,
y todo mi ser y lo que formo con diminutas
existencias de mi verbo escaso,
se cuelan hacia un universo sideral
que desconozco;
y así paso las noches,
y los días, sin saber dónde va
todo lo que la vida me deja amasar.

Trabajando en B. Poeta en la cama I.

Tumbado en la cama
llevo quince días
haciendo nada.

La barba una selva
aburrida, el pecho
un folio lleno de tachones.

Creo que soy un hombre seguro
de si mismo, por eso me tapo
con la manta roída, me giro,
y sueño que duermo tranquilo.

Alcohólico y lactante.

Todo es algo así como la noche,
parece que la razón te arrastra
pero la culpa te razona,

Hace miles de años,
no había decidido nada,
pero estoy seguro que la vida
ya tenía la contestación a mis errores.

Ahora bajo caminando calles
con botes de medio litro de cerveza,
y parece que soy un extraño feliz
desahuciado; pero en el fondo
tan solo escupo contra el suelo,
la leche que mi madre me dio
de sus tetas.

Poeta en el bar V

Masturbandome en el aseo
de un bar, despues de una noche
de sexo con ella, recuerdo
sus pezones como una minuscula polinesia de saliva.

cuando la cubro
imagino el polvo en jardines,
y cascadas de esperma,
y flujo recorren los huecos
entre mis huesos y su muerte.

Pienso en ella en el aseo mientras
me masturbo, y las paredes sucias
se vuelven hierba fresca.

Poeta en el Bar IV

Llegué solo
pedí un vino
pero sirvieron brandy.

El bar como un abrevadero
de muertos, tenía menos luz
que un coche muerto.

Allí llegué solo y no tuve
lo que pedí,
pero encontré lo que deseaba.

Más sensible, menos macho.

Llevo tiempo barajando
L
  a

Po
    si
bi
   li
dad.

Aunque no lo había hecho,
flotaba como un pato de aire
en medio de la piscina de otoño.

Ha vagado conmigo durante
años, ahora comparte cuerpo
con mi alma.

Indeciso como un cuchillo
sin filo.
Paseante de extraños adoquines,
charcos en medio del camino...

Todo ocurre en esos días
en los que me siento
e intento en el pasar
de la gente, escrutarme en sus pasos.

Sí... soy hombre, pero
también siento que menstruo
menos de lo que desearía.

Muriendo entre mis dedos

Me abriré paso
entre los libros.
me parirá un montón
de letras, seré pasto
de los poetas.
Muriendo entre mis dedos
encuentro los mundos,
descubro universos,
de versos únicos.

Extraña evidencia.

Cerillas en la noche,
sol de la barba que puebla
mi cara.

La risa en medio del bar,
los brazos abiertos,
y la pena en la suela
de los zapatos.

Más de diez jarras de cerveza,
mis sesos son un cigarro
que fuma ella.

Cuando el corazón
es una cicatriz de la fantasía,
para jugar con ella a bajar
la cremallera de la risa...

Cerveza y trago de vodka,

Todo me da igual ahora
pero no mañana.

Poeta en el bar III

Como el agua del inodoro
todo fluye,
en el bar el tiempo
es como la caries
del azucar,
sientes que ennegreces
cuando ya eres olvido

Descripción errante

Agarrame de la mano
llevame despacio, sin ruido,
voy descalzo y con el torso
desnudo.

A paso lento, camina y no rompas
el silencio, la brisa... acaricia el cielo
de nuestros besos perdidos.

Sabes que soy sólo tuyo.
un gigante de piedra
con corazón de plastilina,
un caballo percherón,
con pezuñas de sueño,
Un animal con zarpas de risa.

No me digas nunca adiós,
no te despidas porque nunca
hay distancia entre nuestras manos.

Recuerda que el amor es solo caminar
con todo lo que nosotros hemos sido,
para ser juntos, aún más.

Ahora quizá soy una maquina imparable
de palabra, pero tu silencio me llena
hasta cuando mis huesos destripan
la muerte de mi frío.

Recordarte en cada esquina hace
que el miedo disipe su sabana
y me arrope bajo el lecho de tu sangre.

Hablo, comunico, hasta cuando sé que me equivoco
es la grandeza de lo desmedido, el miedo a no tener miedo
la ignorancia de no estar nunca solo.

Limpiame los malos sueños,
pasa tu mano por mi pelo.

Tumbado en medio de mi timidez,
tiende tu mano al sol y pásala por mi pecho.

Reververece la hierba amarilla
de mi valle, en el instante
que me agarras.

No olvides todo esto:
Camino descalzo con el torso desnudo,
tengo un corazón de plastilina,
mis pezuñas son de sueño
mis zarpas de risa.

Por lo demás no te preocupes,
vine para que no seas tan fuerte.

Luna escurridiza.

De cuando en cuando,
y no tomándolo por costumbre,
araño el fondo de mi taza
de café.

Sólo al sol, cuando me siento
en paz con los cactus,
la luna corretea asustadiza
entre mis pies, pidiendo
que le ponga el collar,
y la saque a mear.

Tengo muchas sensaciones
en mi alma,
pero solo algunas,
de cuando en cuando,
arañan el fondo de mi corazón
calentándolo al sol,
para que los cactus arañen,
rascando el premio
del descanso taciturno.

Cuando una luna de cuatro
patas es una niña que mira
esperando el  turno de su brisa
se disfraza mi impaciencia
de fantasía.

Bailando en medio de lo oculto.

Puedo y no debo,
saber lo que pasa,
pero el amor a veces
es la pata de un gorrión
que clava las uñas
en la seguridad del alma.

Puedo y no debo,
desconfiar de las aves
que siguen la brisa,
del solsticio,
membrana
del palpito que acelerado,
viste mi corazón de verde,
aunque su empeño sea
gangrenar su rojo pasión.

A ver el haber.

Ahí donde nadie leyó
hay un poeta que no ha dejado de escribir,
Ay!! cuanta soledad jugando entre sus dedos.

Tras años solos de lobo.

Aparcado como el viejo
coche, borracho como 
un poema trasnochado,

la baba tragada de solitario
más fuerte que el tequila malo,
sin afeitar la pena, barba de mentira
en el espejo roto,
parecía que no había salida, 
hasta la escapada de su tacto.

Le acarició el hombro, 
como a un lobo herido,
él retozó y miró de reojo,

Viejo lobo, ni muerde ni aúlla,
tan solo se deja, hasta por el daño
en medio de la espesura, para llorar
en su amargura.

Lamió tras mucho tiempo sus heridas,
ella, la Caperucita negra, le puso 
la correa de estaño y con un plato
de comida, y un vino, quitó sus malos tragos,
con un morral de besos, todo su espanto.

Accionista sin hipoteca.

Durmiendo en un banco del parque,
los riñones se te congelan, 
se mete el frío por la muerte
de los huesos,

No puedes moverte, es peor
para la pose.

Te subes el cuello del abrigo,
te arropas con los cartones, 
das golpes con las manos
para calentar los hombros
y el pecho: toses, estornudas,
te incorporas, saltas, deseas
que la miseria sea un campo 
de fantasía, donde batallar,
con tu ilusión  perdida.

Durmiendo en el banco del parque,
sé que todas mis acciones
no crecen con el frío,
la bolsa no cotiza,
ya no tengo imaginación,
ni plazo de interés vencido.
Mis manos no cuentan el dinero;
no les da tiempo,
el festín está servido,
soy un banquero sin interés,
ni préstamo, ni doy crédito.

y las palomas abren sus cuentas
con las migajas de mi soledad,
con la soledad de mis huesos,
en este extraño frío,
de no ser ya, quien fui.
Ora sólo, ora abatido.

Pulso a la emoción borracha.

El vaso me mira de frente,
llevamos los mismos whiskys,
el sigue siendo igual de claro
yo más oscuro,
el tiene los ojos manchados,
yo los tengo vidriosos.
siempre el amor: Siempre.

Preparando el vientre para las musas

A solas con la historia del vaso,
manejo el liquido de mis sesos.

organizo el vientre de lo raro,
antes de ser fuego de mechero.

Venzo dragones de fuego,
estilizo mis tripas para verlo.
rompo sabiendo que me gusta, la regla
ómica, del silencio.
nunca fui tan evasivo cuando desde dentro
ironizo con lo mío porque antes fue tuyo,
centro el disparo, y antes de hacerlo,
apunto y fuego, me convierto en un destiempo apócrifo.

Sano hobbie, amargo destino

Estoy loco y soy un borracho,
proclamo la escritura 
como un trastorno 
obsesivo de la vida.

Adoro joder al mundo
con estos versos sin medida,
ni rima, ni rama, ni heroína,
ni nada; que ya es mucho.

Escribir un poema es follarse
una muñeca hinchable,
con la polla revuelta en alambre
espino.

Beberse la saliva de quien te habla
sin que lo sepa, 
acariciar su pelo cuando 
está de espaldas
acercar la nariz a su vagina
para respirarla.
caminar sin rumbo 
para llegar donde todos
llegan, mientras has vivido
mejor que ellos.
mear en la calle toda la cerveza
de la noche,
no firmar las multas,
revelarse porque sí.
Estudiar los adoquines del puente
que cruza el río en medio
de la urbe infecta de ejecutivos.

Yo también a veces pienso,
pero entonces recurro a escribir poemas
para que no me atrape la amargura
de lo establecido.

Pedrada

Me gusta pasear con mi cerebro en la mano,
la cabeza abierta al aire, al cielo.

Enebro con aguja de pesca y cuerda
y la masa gris indisoluta, mantiene
la energía de la calle.

Voy haciendo círculos, agitando fuerte
la cuerda,  hasta que toma una velocidad
de vértigo, entonces...

como la piedra de David, suelto la cuerda
y sube, viaja, se empapa de sustancia sideral,
le gusta viajar, sonríe, lo sé;
oigo sus carcajadas mientras se pierde
entre la estratosfera del mundo agitado
y sincopado.

Me gusta que mi cerebro viaje,
a él le gusta que yo lo lance
fuera, lejos, a gran distancia,
recorrer años luz de sueños:
allí donde no encuentra barreras
de hueso, ni colores, ni fronteras.