Mascando chicle de placenta, toda la boca me sabe a muerte.

No me soporto,
ni vivo,
ni muerto.

Camino constantemente
entre la ubicación dudosa;
exequias de mi ser indivisible.

No logro acompañarme
de nadie, se que la muerte
está tan cerca, que sopla
las velas de todos mis cumpleaños.

Hace tiempo que me suicidé
y resucito a cada instante.

Busco tu mano,
como si fuese un retorno
a todo esto.

Jamás nada me llenó
tanto como tus palabras
de aliento.

Estar junto a ti
es como viajar a todos esos sitios
que recuerdo con nostalgia.

Estar contigo, es viajar
al mundo desde el salón de casa,
por eso ocasionalmente,
me notas ausente.
Me echas de menos:
porque vuelo lejos,
para traerte sonrisas nuevas.

Arena de cristal.

Hay un mapa de muerte
en mi ventana.

Golpea como las ramas,
me advierte.

La vida se acaba,
el árbol crece.

Suena un banjo,
eyaculo crisantemos,
todo el amor es verde.

Impregnaciónes.

Sacude el viento
briznas melancólicas,
astenia viva.

Placeres ordinarios.

Cuantas veces he buscado
por los aviesos resquicios,
la ciudad es una montaña
que escalo a la pata coja.

Hago pausas en los bares,
beber a solas es como masturbarse.

Me encanta eyacular,
cuando nadie me observa.

Silogismo del saciado.Chupando el cielo de tu vagina, no hay días nublados.

El vello de tu pubis, es el caviar de mis días.
Tengo la boca llena de tu vulva.
Jamás estuve tan saciado.

Arrinconado en un confuso lugar del universo, deseo que pase todo; y todo, pasará.

Aquí en New York,
a los taxis, parece que los ha pintado
Kandinsky.

Es de día y el sol, inunda Central Park,
hay jugadores de ajedrez,
y chicas que patinan.

Ha sido un invierno tan crudo...
como estar sin tus besos.

La estatua de la libertad,
no se mueve de su sitio
desde hace más de un siglo,
paradójico.

Recuerdo todo esto,
porque cuando estuve en París,
el frío era igual.
La Torre Eiffel, barrotes
de cárcel. Un pene erecto
que no eyacula nunca.
Los franceses hablaban gracioso,
como si hicieran gárgaras
con el flujo de su mujer,
acumulado de la noche anterior.

En Egipto no recuerdo más
que majestuosidad.

Londres era la ciudad, que en isla,
no parecía tener fin,
los ingleses, auténticos caras rojas.

Siempre recuerdo cerveza
en cada calle del mundo.

Estar en el mundo me ha parecido siempre
inquietante y morboso.

Me solía tapar los ojos,
cuando me hacían fotos
de pequeño;
he estado ciego hasta ahora.

Madrid aún no lo he descubierto
y eso que he vivido, trece años,
en distintos barrios.

El sol de New York,
es el mismo que en Egipto,
y el de Egipto igual que el de Santorini,
el de Santorini idéntico al de Londres,
y el Londres igual que el de París;
Madrid tiene un árbol y un oso,
pero al igual que los libros:
está forrado de muchos colores.

Todas las grandes ciudades
tienen un gran recuerdo.
Todas parecen bonitas,
pero para eso, necesitan
que andes por ellas para que vivan,
que las mires para que resuciten.

Ahora cuando me miras,
sabes que no cierro los ojos.

Aunque te pique.

Manual del desquiciado, apuntes de un niño que se masturbaba los sábados por la noche.

Entonces tienes que coger una fresa,
de culo ancho y boca estrecha.

Bajar despacio por la tripa,
hasta llegar arriba de la vulva.

Rozar con suavidad el capuchón,
con la punta, mientras metes los dedos
dentro.

La fresa, con textura de semilla,
encontrará el primer gemido:
ese es el sendero de la saliva.

Chupa la fresa, métela en la boca;
empújala hacia la vagina con la lengua.

Despacio, que roce, mientras el resto
lo hacen los dedos.

Muévela entre tus dientes,
hasta que se corra.

Después cabalga,
asalta, posee, penetra,
fóllatela, mirándola a los ojos
con la fresa en la boca.

Que vea tu cara de enfermo.

Córrete cuando ella se corra,
muerde la fresa,
bésala, con ella.

La fresa será destrozada
de placer,
entre las bocas deformes
del orgasmo mutuo.

Camino de la escritura, dibujo destinos mínimos.

Reto inapreciable,
dibujo círculos en un papel de arroz.
Mi destino está escrito,
en las alas del gorrión.

Trazos inapelables al destino.
Viaje hacia dentro de la cascara.

La vejez es un niño que juega
conmigo.

Sexualidad diaria. Haijin enloquecido.

Se posa y grazna,
es el mirlo tarado:
busca tu néctar.

Haijin con triple personalidad. Cuando el mondoo, olvida a katakuta.

Una parada,
la vitalidad sabe
que ocurre siempre.

++++++

Y bajo puentes,
consumes una droga,
solo el amor lo es.

+++++++

Mirlos exhaustos,
Vuelas en paralelo,
junto a su sombra.

Disgustos de un tarado, que bebe a solas.

Opino sobre mi muerte,
cosa rara,
es como una especie de mecano.

La construyo a diario,
parece un juego extraño.

Va tomando forma,
ora de silla,
ora de cama,
ora de mueble,
ora de armario de luna.

Parece que va creciendo,
sola.
Se alimenta a diario,
hasta de la luz, que ilumina.

Pertenece al olvido ciclónico,
a lo parecido que no apreciamos.

Miro mi muerte todos los días,
y la construyo; como un mueble de Ikea.

Ojala enloquezca, y al final le falte un tornillo.

Silencios muertos.

Va casi a hurtadillas.
marca el camino,
como pulgarcito.

Deja un rastro fino,
de saliva,
que se mezcla
con tu flujo;
bendito cocktail,
de noche,
borrachera de jugos,
en nuestro juego.
Tu vagina,
es mi ataúd favorito.

Esto me ocurre por ser tan universo, y menos ecléctico

Le di dos puñetazos
a la luna.
Testigo muda,
del sufrimiento humano.

De sus cráteres todo el dolor
en pus, salió expirado en muerte.

A horcajadas, me masturbé
sobre ella.

Me corrí sobre ella,
salio mi esperma,
como un brote de esquizofrenia,
imparable.

Escucha mi semen,
es un aullido en tu vagina.

Oda a la muerte.

Le unté mi leche,
en la cara blanca,
en la cara oscura.

Me suicidé,
lanzando al vacío del universo,
el dolor, que no era mío.

Aprovechando la letra m, del diem inadmisible.

        Vivir es suicidarte intensamente,
          la muerte es un regalo estrepitoso.

Ahora parece que hasta el frío,
siembra el pasado;
es el miedo a la suciedad, al vacío.

             No tenemos nada,
             no somos esperanza,
             sólo trabajadores
             a nomina del porvenir.

    PORVENIR.

   que no llega,

                 que no llega,
                               

                             que no llega...



Necesidades sin dioses, ni beldades borrachas.

Necesario para la hierba,
es el gusano;
para la tierra,
la flor y el árbol.

Ser infecto para el humano,
tirado por los suelos,
arrastrado.

Una necesidad fea.

Sin el gusano no se removería
la tierra,
ni habría oxigeno en la flor,
o el árbol.

Así es la extraña simbiosis,
del creador de arte y el mundo.

Afortunadamente, aún quedan jardineros,
que no pisan gusanos,
y niños,
que juegan con ellos.