Para que el movimiento
sea lo más exacto,
has de prever
cuando el parpadeo
arde sin asunto, ni creencia.
Has de poner el pie lentamente,
y la vida florecerá
en medio de la ciudad
ruidosa y repleta de mugre.
Parpadea lentamente,
el secreto es hacerlo,
saber que lo haces.
Mira a tus lados,
como si miraras hierba,
árboles,
abejas,
mirlos,
lobos,
e incluso peces
que nadan por el aire.
Mira y avanza,
en silencio,
como el bicho raro
de la selva.
Con el corazón
a punto de reventar,
para llenarlo todo
de vida desparramada
por las esquinas sucias.
Como el semáforo
que se te pone en verde
a todas horas,
en cualquier momento.
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