A solas
bebo los restos
de mi cerveza.
El bar es un campo de muerte,
una matanza de los buenos sentimientos.
La parca corre por mi espalda
con dientes de papel escrito.
Se abre una brecha en mis genitales;
incurable, busco el reducto de escozor
que malcure mi rabia.
Aún estoy vivo,
todavía la sordidez
aviva mi sexo.
Voy a mear en tus pies
como un lobo enajenado.
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