Imagino que comenzar es a la edad taitantos.

Imagino la soledad,
y me la creo.

En cualquiera de sus formas,
no es agradable si te atrapa.

Soledad es una especie de infusión
de todos tus miedos;
que acabas bebiendo.

Te arde hasta con hielo.

Sé que corres con un testigo
en la mano,
sé que te retuerces tanto...
que tus sabanas son un bocadillo
de soledad, que masticas,
con tu sueño blanco.

Sabes que sólo te encuentras,
solo en la ciudad... buscando

Bombon de angustia en árbol deshojado.

Miente,
di que no lo haces.

Hago apología
de mi destrucción,
me mato cuando no estas.

Bebo desconsoladamente,
Lloro con vicio desmedido.

La soledad es pequeña,
en medio de mi pecho.

La angustia y mis sabanas,
agua y aceite...

hojas amarillas por siempre.

Carne cruda en el grifo de la ducha.

Ella es mía;
en medio del silencio
la asalto y tiro de su pelo.

Ella es mía hasta la saciedad,
la desesperación,
la locura de tenerla incluso
en las horas ausentes.

Su ausencia guarda la estética
del onanismo del color,
eyaculo arco-iris contra la noche
oscura.

Ella es mía porque lo manda
ella y lo deseo yo.

Yo soy su vagina a todas
horas,
yo soy ella y me disfrazo
con su ropa, me travisto,
me convierto hasta en sus enfermedades
arañando mi cara, arrancando costras
de mi cuero cabelludo.

Pinto mi pene, con su barra de labios,
me pongo sus horquillas en mi escroto,
juego a ganar, y pierdo todo,
cuando hago de ella.

Miro sus cartas,
registro todo,
soy un enfermo
de su vida,
aprendo.

Lloro a solas,
y la añoro.

Ella es mía...
y es por esto, que puedes
quedarte con todo.

Hasta con la vida.

Traducción simultanea de lo pactado, de la palabra al sexo, del sexo al amor sin descanso.

Me escondo tras la palabra,
como el lobo acosado,
hago de todo un juego inerte
de orgasmos,
tengo el sexo desconsolado.

Camino de puntillas,
y como el cactus,
mejor no te pongas a mi lado.

Escribo en las pizarras,
de mi infancia,
tu nombre con mi rabo,
cuando ser un salvaje atrapado,
es despertar como un adulto
lleno de miedos, 
y desear tan solo,
correr desnudo,
beberte a tragos,
follar contigo
hasta en el descansillo,
de los hoteles donde vamos.

Nubes de barro, cielos de madera.

Arrancando uñas
contra la pizarra
de tus besos,
sólo me queda,
vivir contra el viento
inerte de la esfera.

Cada paso que das,
las flores se desvirgan.

Iré corriendo
por las calles, con la muerte
entre mis cabellos.

Ingiriendo bilis, apretando una esponja.

Me destiño,
envuelvo en lejía
todo lo que pienso.

Autoagredo mi ego;
vacilo a mi yo profundo.

Es la hora,
de matar las formas.

Bebo vino a solas, camino dolorido dejando mi rastro baboso de muerte.

Como una chistera,
es mi boca.

Cuando menos lo espero,
una palabra salta.

apelo a la esencia,
no a la forma,
por eso disfruto
hasta del humo silencioso
de su ausencia.

Su vagina,
creadora de un flujo
constante de frases,
es la magia del lenguaje.

Hablo con la muerte,
mirando a su vagina,
y ella me contesta
devolviendo una vida
en forma de orgasmo.

Me gusta escuchar su decálogo
de intensos sonidos,
como escuchar música por la calle;
llenas de color tu vida
con la vida del fuego.

Así es la continua relación
de la muerte y el sexo,
un pataleo, un codazo de uno a otra
para hacerse sitio;
mientras caminas silencioso con la ropa
mojada aún, de la lavadora.

Accidentes innombrables, que roen la manzana aún sin pudrir.

Como el ave
que busca carroña,
así en ocasiones
es el pasado insolente.

Una muerte con cara B...
en la que nunca recuerdas
la melodía, mas siempre,
la lírica.

Discos rayados,
agendas con tachones legibles.

Esta noche voy a matarte,
como si escribiese a máquina.

Pellizcando heridas abiertas.

Todo estomago
es como un anzuelo.

El corazón engaña
y mata.

El hígado habla,
escupiendo verdades.

Si lo piensas,
todo está tramado.

Incluso
cuando las ventanas
se rompen,
al cerrar, muy despacio,
las puertas.

Ojos cerrados como calambres en las piernas.

Tengo que dejar
de pensar
en mi cuero cabelludo,
y en mis uñas,
y en quedar siempre bien,
y en beber tan poco,
Y en el ruido de mi cabeza.

Es necesario dejar de ser yo
para pasar más tiempo,
con mi otro ego...
he de estar conmigo
para centrarme en ti,
como lo deseo en mi;
siendo tú, la sustancia
bipolar de mi yo.

Todas las desidias,
las llevo colgadas
de mi llavero,
por eso el suelo de casa
está preso,
y, mi coche,
en ocasiones,
no arranca.

Luces en un balcón negro.

No encuentro
a veces,
lo que imagino.

Me empujo
y me digo...
"Ya has acabado;
tanto rascarte,
y no hallas el premio"

Se consciente,
has jugado tanto
a esto, en este rincón...
que te has vaciado
el bolsillo,  pagando cervezas
y escribiendo poemas.

Apuesto a esto...
a la desesperación,
a la borrachera,
al olvido
que tanto me rescata
de entre las rocas
imaginarias,
que provocan
las voces que escucho.

Nadie lo sabía hasta ahora,
cuando escribo así,
le estoy tirando la toalla
a la muerte, a la cara.

No es nada importante,
tan solo un poco más
de desesperación en medio
de la madrugada;
puedes estar tranquilo,
o tranquila,
esto...
no te arrancará los dientes
cuando la sopa te arañe.

Duermevela y ectoplasmas, que residen en mi ruido.

Tengo una luna a menos cuarto,
tres cartas vacías,
y un lagrimal que se adelanta.
En mi mano pudro el tiempo
que se desespera al no hallar
el juego.
Si esta noche llegaras,
vestiría de palabra tu rabia,
escribiría entre mis piernas:
tu nombre...
haría de tu sueño una cacería.
He partido en dos, con serrucho
y navaja, todas las luces.
Me gusta decirte a oscuras:
llevo tu nombre, tatuado en el pene.

Soledad interestelar que chapuza su vida, en café rancio, en el cigarro viejo y melancólico.

Hay sol por todos los lados,
conduzco al supermercado,
soy un extraño en medio del cielo.

La gente fuma y bebe café,
sentado en una nube espero
el humo de sus corazones.

Examen de conciencia al hombre
extraño, que vino pensando distinto.

Apuro mi cerveza a las once de la mañana,
sentado en una nube espero
el humo de sus corazones,
como el mendigo, saco la miga
del sol, para untarla de aliento.

Hay demasiados infiernos,
pero nos ha tocado este,
en el que la luz sale,
con un paroxismo
inherente.

La gente fuma al sol,
al tiempo que apura su adicción
a la soledad encubierta por otros...
y mientras,
sentado en una nube,
espero el humo de vuestros corazones,
como la oferta del dos por uno,
en el mostrador de la carne muerta,
esa que una vez tuvo la misma esperanza
de vida,
esa que ahora resucita saciando
el hambre de compañía.

Y mientras, sentado en una nube,
espero el humo de vuestros corazones.

Vigilando el punto debil. Entrando en bares enjutos.

Ella,
pronombre absoluto,
adjetivo adjunto
a mi emoción alienada.

Esa ella,
rara avis
de lo que sueño.

A veces me duele tanto,
tanto y más, que incluso sufro...
duele en la pesadilla de andar
despierto...

En el sexo de mordisco
que centella; cuando
Chasmata rumorea
y la tierra tiembla.