Tengo un cielo en los pies
un infierno en mi cabeza.
Vuelvo a observar las copas
de los árboles rascar
con insidia un viento
de azufre y uva.
El miedo anida
en mis manos,
y vuela libre como el mirlo,
al componerlo en letra
en una partitura de arrojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario