No todo es la verdad de la letra.

Corta un trozo de sandía.

Ha de tener forma de triangulo.

Encaja la parte de la piel, en la vagina.

Muerde poco a poco, lame, chupa.

Haz que el jugo resbale por tu barbilla,
entre tu barba, ve al clítoris, chorrea
y mancha, restriega.

Corta un trozo de sandía,
ha de tener forma de triangulo
Isósceles, como la apertura
del coño, como las piernas del triangulo.

Mordiscos pequeños, hasta que se adivine la cueva;
entonces verás la idea de la vida, como Platón,
creerás en la sombra, pero no en la forma,
serán verdad los preconcebidos sin sexo.

Son esas sombras las que tienen la vida,
y sobre la idea, nacerá la excéntrica y sátira
lengua.

Porque la mujer es isósceles,
un reflejo de formas,
una verdad abundante.

Pero recuerda, a Socrates,
antes de acabar este poema.

Porque la muerte es mayeútica,
aunque no lo creas.




Dolores entre mis hirsutos quehaceres.

Me dejo crecer la barba,
como signo de dolor.

Hirsuta, enredada, canosa.

Es como un baúl en el trastero.

Me dejo barba por dejadez,
porque me duele despertarme,
caminar y saciarme.

Mi barba es como un sobrante
de mi, que me recuerda que estoy
aquí, y algún día, me afeitará la madrugada
y no amanecerá jamás.

Mi barba es mi dolor, la uso para verme
menos la cara.

Hoy hay dolores perfilados,
dolores disfrazados,
dolores que sueñan con la moda
del dolor y ser la última moda
del llanto, dolores con ropa cara.

Barbas falsas, no son de pelo
sino de esperanzas.

Camino con mi barba y mi dolor
solitario, por las aceras, cojeando
la vida para marcar a forja el camino
de mi pelo negro,
necesito en ocasiones un afeitado,
pero es lo más cercano al suicidio.

Me gusta llevar mi dolor, me recuerda
que sufrir es como una cerveza,
hay que tomarlo con gusto
y olvidar el afeitado.

Caballos de cartón, irremediable madurez aburrida.

Tengo ganas
de muchos cambios,
mientras me agarras
la mano invisible.

Escalar una montaña,
emborracharme en un barco.

Hace algún tiempo
que no cabalgo,
y mi caballo
ahora no es de cartón
sino de estropajo.

Tengo tus palabras,
en post it,
hasta en los muebles
de la cocina,
y siempre que las leo,
Artaud se hace insignificante.

El dolor diario es peor
que los incendios de verano,
lo calcinan todo.

Por eso me enamoré de ti,
a una vez que murió agosto.

Lactofilia antes del desayuno, peleas resueltas a la luz del sol.

Chupa mis pezones,
para saciar su exquisita
sed erótica.

Bebe de esos calostros,
relame ese esperma
que rezuma de mis tetas.

Al tanto levitamos entre angustias,
mientras arranco su camiseta de tirantes.

Es sexo es una consagración epitáfica,
la mejor de las guerras.

Me gusta ver como chupa de mis pezones
esos calostros de semen.

Adoro sentir que su sensualidad,
es la pornografía de mis besos.

Voy a pegarle un tiro o a meterle un navajazo
cuando se corra,
sé que ella, se convertirá en lago.

Sumergido en ella, me ahogaré en sus aguas,
y su lactofilia se diluirá en el café,
como el azúcar de nuestras riñas,
siempre por las mañanas.

Navegando por salsas terrestres.

La luna es redonda,
como sus pezones,
el sol también es redondo
como la luz de ella.

Ella es un carácter,
mas no un símbolo.

Entre sus piernas,
una metrópolis
exacta,
como la tierra,
se achata por los polos
para dar frutos imperperfectos,
como los ríos que fluyen,
hacia una cascada de orgasmos
cremosos.

Ligerezas de los extraños.

Esto es como andar
por un fino hilo de cobre,
la soledad, y la palabra enfrentada.

La sabiduría no es siempre
la razón.

El corazón lo lavo cada vez que puedo,
lo ensucio a menudo,
pero no hago daño y jamás lo haría.

La gominola del tonto,
es el sufrimiento del postrado.

Todo es baile,
la palabra enfrentada,
la vida,
el ímpetu de la defensa,
la acción maldita.

Puedo deshacerlo todo
y quemar el camino del medio,
el miedo, no camina por mi barrio.

Ahora he tendido las flores
al sol, parece un cuadro bonito,
pero pronto estarán muertas,
secas,
feas,
aún así tendrán color.

Sinfonía para un vaso de agua.

Es un chorreo continuo,
para frenar con ímpetu.

La pastilla en la palma
de la mano contraria,
que mira fijamente
a tus ojos
adivinando tu interior
antes de ser tragada.

Es un viaje cristalino,
en vaso usado para vino.

Los amigos no están ahora,
es el momento de beberla,
todo es una forma constante
de liquidez,
la ruina de un desolado vagabundo
que desconoce a todo el mundo.

Un desafío
en la pradera seca,
sin muerte vana.

Nadie lo sabe, el agua es fémina,
trata de arreglarse, antes de ser bebida.

Ella es  agua,
el vaso recibe hasta el último goteo,
una extrañeza antes del dolor,
gestual y fingido.

No están los amigos en el agua,
no está el amor en el agua,
no está la solución en el agua,
sólo el origen de nuestra vida,
que bebemos como si nada.

Bebo el vaso de agua,
trago el beso de agua.

Mi sed no se calma,
y todo el mundo es un desierto
si no bebo su agua.

Lo peor siempre dura.

Fuera del talento,
en este rincón
han corrido las letras
como el mejor de los vinos.

Sequía, un extraño
algo, que siempre temí.

Buscando lo que no hallo,
raro de mi mismo,
no puedes protegerme,
no puedo protegerme.

Ahora es el momento
de beber sin motivo,
hasta encontrar la lividez,
la lipotimia de mi espíritu.

Nunca fuiste un héroe,
menos un genio.

Apostado en mi brazo extraño.

Llevo el enfado,
contenido en sueño,
fragil locura.

++++++

Ancianos somos,
caminando a solas,
ella me toma.

+++++

Perfume de odre,
vieja senda anclada,
vestirme es una tortura.

Remontando ríos en bares olvidados.

Busqué en mi nada,
vacío inexpugnable
de una vida deleznable
que sobrevivió azarosa,
a la noche de la bebida
y la entrega.

Muertos los bambús,
asesinadas las hojas,
recorrí con sigilo,
mis pasos muertos.

Me masturbé
con todo eso.

Acaecía como la tarde,
delegado a traer la noche.

Viví en lugares peores,
bebí con personas peores,
Miré en espejos cosas peores.

Yo,
yo,
egoyo,
vacío
como el papel blanco.

Arranqué la primera letra,
hasta ahora violada
por el fracaso.