Noto el balbuceo
de lo arrancado.
Todo es sensible
e inexperto.
Deslizo mi sombra,
entre manecillas
de reloj parado.
Puede que todo
llegue al fin, por fin,
y se ahoga en mi pecho
mi lengua, palabra
y piel de delfín.
A lo lejos se escuchan
lo que creemos que
vivido, fue disfrute
de abundancia.
No hay más pasillos
que nos liberen.
Pero mis niños,
se escabullen
por la locura
de mis versos.
Ya no existe
lo pasado, ni siquiera
este que se distingue
por su impavidez de rombo.
Puede que hayas leído
esto antes,
puede,
pero no tengo constancia del pasado;
solo adivino, que el pasado, vuelve.
Revivo en un perro salvaje,
ladro y soy fuerte en mi soledad.
Recuerda cuando reencarnes
que antes fuiste cobarde
e inhumano.
Creo que te estoy empezando a odiar. Todo lo escrito hubiera querido escribirlo yo.
ResponderEliminarYo también lo presentía: Y no te juzgues duramente, yo sé perfectamente que fue por una buena causa. Muero por tenerte en mis brazos.
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