Descansa el dolor,
entre cerezos carbonizados.
mis pies se agrietan
bajo el suelo quemado.
Hace siglos esperan,
que el hombre camine,
pero el enmarañado bosque
de ramas, le asfixia.
Duerme alegría y, despierta
de esta noche ladina,
vida; arresta
la despedida,
sucumbe tu sonrisa,
a la más mínima.
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