Hay un agujero en mi colchón;
por ahí se escapa la mitad
de mi imaginación
y con ella la vida en sueño.
Es negro y profundo,
meto mi brazo y mi nariz
y mi pelo y mis intenciones.
Yo deseo taparlo,
echo todas las noches mi semen,
y vino tinto, cerveza con espuma,
lagrimas y saliva, pero no hay forma
no se llena, no cubro la expectativa
de su avaricia y egoísmo,
que tanta envidia me producen.
Hay un agujero negro en mi colchón,
y todo mi ser y lo que formo con diminutas
existencias de mi verbo escaso,
se cuelan hacia un universo sideral
que desconozco;
y así paso las noches,
y los días, sin saber dónde va
todo lo que la vida me deja amasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario