Sentado al borde
deste corazón desplumado,
el alcohol me habla.
Botellas de licor
que llevan sueños
en sus grados
de inconsciencia.
No soy mejor por esto
pero tampoco peor...
El mendigo
con sus manos rajadas del frío,
tiene más merito,
que cualquier poeta del mundo.
Cierto.
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