Recibí la mirada aviesa,
envié la carta de esperanza.
Miré mi reloj de arena,
conté el tiempo y su escasa esperanza.
Busqué en medio de una noche,
la mitad de la vida nocturna,
hallé tan solo una despedida...
El dolor,
viaja desde el estomago
al ojo:
el ojo
entonces
suda.
Me gusta, mucho. Un beso Cooper, María.
ResponderEliminarufff...... algo te pasa. Estás superando lo insuperable.
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