Con un revolver bajo el brazo,
sin consciencia y con la muerte
lejos del mismo punto y sin trazo,
vine a la vida atento e inerte.
No hubo más que pólvora
donde no debió existir otra cosa,
más que un reloj que se hizo sin hora,
y una vida que arrancó a la muerte,
su mejor, la más grande hoja.
Ya se hace de noche en cada estilo,
y la flor del repudio se estremece,
con desesperanza en medio de la noche
que sin esperar la muerte y con risa; goza.
No se que hacer con toda esta munición.
desconozco el sentido de la puntería,
pero si he de matar, lo haré con razón,
lo haré sin conciencia, ni vida, ni brío,
ausente de palabra y lleno de envidia,
para en todo momento soportar la vida
con su cinto plagado de desesperadas balas.
ni se te ocurra, porque te quiero demasiado.
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