Erase un lugar extraño y una uña rota.

En medio de todo,
hay una soledad sin nombre.

Inocencia por vivir,
sangre de tu adjetivo
que se derrama por mis dedos.

El abrigo del árbol
es la sombra que proyecta.

No recuerdo nada de lo que no he vivido,
pero me llegan sus vientos y me trastocan.

Existe una claridad que lava los días.

Miro al cielo y doy forma a las nubes,
es un juego que mantengo desde niño.

Hubo un intermedio.

Ahora sigo, gatos, montañas y demás dibujos
en el cielo.

Es ahora, es ahora; justo ahora,
que disfruto más que nunca
de mi niñez.

Cuanto más tiempo pase, más niño soy,
soy el adulto inmaduro, el canalla del cuento.

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