Naufragio diario

Tú lo sabes,
a veces busco la muerte
hasta en los bares.

Bebo y río a carcajadas
me hago notar y soy ruin
conmigo mismo.

Raspo paredes,
convierto mis ojos
en buitres leonados,
y es mi lengua
un gato callejero.

Me hago amigo
del que me desprecia,
para traicionarle.

Quemo papeles,
y digo que no escribo.

Bebo y consumo
mis segundos,
de la mano
del sufrimiento.

Camino entre las sombras
de las farolas,
por las calles del vicio.

Sabes eso, y que en casa
soy un niño,
mi punto débil
es la melancolía,
y la sorbo por momentos.

A veces sin venir
a cuento, lloro.

Te miro de reojo
leyendo en tu piel,
lo mucho que me amas,
en ese extraño
pero conciso
braile de estrella en la noche,
que convoca muertos.

Has visto que una caja
de doce botes de cerveza,
me dura una noche
de poemas y besos.

Pero al final del todo,
voy a morir,
atraco,
aparco,
aterrizo,
me recuesto,
acurruco,
siento,
retozo,
y sobre todo
duermo...
en el lunar de tu pecho,
ahí es donde naufrago
cada día,
cuando el sol,
aburrido de querer
darme vida, huye
y me deja con todo esto.

A Laura Bettonica. Esa parte de la mujer que pocos conocen.

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