Cargué mi revolver,
lo llené de sexo,
de besos,
mordiscos,
de caricias traicioneras,
y esperándola
a escondidas...
vacié el tambor
de munición,
matándola
de seis tiros
a bocajarro,
y mientras se desangraba
en el sofá, brindaba
con nuestros fluidos,
por el comienzo
de una muerte
deseada.
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