Vi al cerezo
arrancarse de sus brazos
la alegría que no nacía.
Vi la hierba nacer en medio
del invierno
añorando la vida.
Vi al garudá sobre una roca
llorar por no poder emitir
su canto,
y sus lagrimas eran más bellas
que sus notas ahogadas.
Vi al río dejar pasar el agua,
y nunca el mismo crisantemo
pasaba por el mismo meandro.
He visto muchas cosas,
pero ninguna como tu orgasmo
en medio de la madrugada.
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