Bebiendo solo en la calle
te vi pasar de lejos,
pensé que estaba curado,
pero mi alma se cayó
a trozos, desde el tejado
de tu nombre.
Mi pecho lleva tu nombre
tatuado a fuego,
para que nunca me olvide
que tu adiós no fue un juego.
Pena de mano que ya no coge,
ni distingue, pena de mi mano
que ya no siente.
Arroyo de sangre, arroyo de sangre,
y no me nace del corazón mi nombre,
como antes me nacía el suyo en mi boca,
desplegando un enjambre.
Que bella declaración de amor...
ResponderEliminarGracias Hisae!
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