Abres una brecha,
y me coses una cremallera.
Viniste desde el vinilo mudo,
y me hiciste tu música,
te acercaste tan suave
que ahora me desparramo
por las esquinas y los paramos.
Susurraste con suavidad
mi nombre como un insulto.
Diste un portazo tan fuerte
al echarme,
que me pillaste el corazón
con el pestillo.
Manché de sangre tu nombre,
pero tu alma es un congelador
de muertes.
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