Por las noches
conduzco hasta su casa.
Bajo del coche, y huelo
los jazmines que ella
plantó con sus manos.
Leo el cartel de su puerta.
Paseo su calle, la oigo dormir,
vuelvo al coche,
conduzco de vuelta.
Nunca he estado tan solo,
jamás mi corazón se había desnudado... tanto.
No imaginé que al dejarme,
lloraría otra vez como cuando
tenía tres años.
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