Tenía una duda;
por qué a los lunares
se les llama, lunares.
Me gusta contar
los de su cuerpo,
con la punta de mi lengua.
Lunar, viene de luna,
parajes lunares, lo hay,
sé que existen.
Anoche concluí de contar
lunares en su cuerpo,
y a medio día,
cuando lo recuerdo,
me anochece el corazón
y mi alma de ectoplasma
deambula por el pasillo,
recordando los orgasmos.
Lunares, en su cuerpo,
lunar de luna en mi lengua,
anochece en sábado
y no sale el sol
hasta el miércoles,
porque el lunes,
lo llevo puesto en su sexo
prendido de mi pene chorreante,
manchando la semana,
llenando de semen su calendario.
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