Se deslizó
tan suavemente hacia mi,
que cuando me tocó
con su mano en el brazo,
creí que llovía.
Era de noche en un bar,
y su sonrisa, como media luna,
me pario en una gelatina,
para sumergirse en ella,
y ser un todo viscoso
de besos.
Amanecimos bebiendo cerveza
comiendo pasteles, riendo.
Hicimos el amor en el coche,
creando un orgasmo en canon.
No quiero que cambie,
así es hasta ahora.
Como un entero,
somos dos partes,
dos capítulos,
dos historias,
que se cuentan a ellos mismos,
y contando el mismo final
dentro de mil años;
estaremos colgados
de un pecado adolescente.
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