Como si tocara el piano,
camina por la ciudad
hundida en ella,
inmersa en sus propias notas.
Camina y sonríe,
saca del bolso un cigarro
y se lo enciende.
Le gusta saludar de lejos,
pero no alza la voz,
ni levanta la mano.
sonríe dejando una estela
de despedidas melancólicas.
Es triste y solitaria,
pero no lo muestra,
sabe que su lucha
empieza en ella
y acaba en un horizonte
dibujado.
Mientras; yo me bebo una cerveza
haciendo el vago,
me gusta holgazanear,
mirar a las mujeres e imaginar
sus vidas,
no siempre acierto,
la última vez, me tomó la mano
y aún no la ha soltado.
Me gusta beber cerveza;
si puede ser, en compañía,
y si lo hago solo...
imagino la música melancólica
del caminar de las mujeres;
como si me pusiera unos auriculares,
cierro los ojos e imagino.
Es uno de mis espacios,
es uno de mis momentos,
intimo conmigo a la par que:
el mundo gira y yo intento
olvidar,
los recibos,
las dudas,
el pasado.
Siempre me gustó mirar al frente
con los ojos de mi pecho.
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