Lo simple, lo menos complicado
lo más triste, lo más pequeño,
la tragedia ordinaria,
la pena del día,
la sonrisa, el pecho oxigenado,
el sexo intenso y aullado.
Esperar a que te recojan en coche,
o a tomar el autobús,
o ir caminando hasta el bar,
así en estas tesituras
de engranaje fácil,
como una rueda cuesta abajo,
sin saber destino,
es como vivo,
dejándome caer
penando por todo,
sonriendo por nada,
como la balada
que al final es una tonada
de esperanza a la que nadie
pide nada.
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