Ella imagina que la escucho
cuando habla y se expresa,
piensa que sus palabras,
las que dice,
son atendidas;
Pero desconoces que trepo
por ellas hacia donde el entendimiento
se pierde.
No me gustó atender nunca,
ni escuchar a nadie,
siempre preferí atravesar
la cascada que la boca suelta
para enredarme como una mosca
atrapada en las palabras,
como si la telaraña
me entretejiera
en un entretenimiento
que me empapa...
Viajo en sus discursos
donde el sentido
no tiene excusa,
justo cuando espera que la arrastre,
con un mordisco en sus labios,
suelto un:
Me tienes loco...
calla y deja que mi lengua
entienda el palatino de tus razones,
olvida lo que dices,
comprende el silencio
que envuelve tu discurso.
Entonces, erase una vez
en un país cercano:
Que muerdo su cielo,
arranco su corazón,
violo su espacio,
y me susurra:
Eres adictivo,
cabrón hijoputa,
y mi saliva en su boca
brota hacia ella
como tibio esperma.
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