Me gusta saciarme en su saliva,
agua estancada de su cuerpo.
Trae a mi esencia lo vacío del tiempo
ignoto.
Me quita la sed que el desierto del amor
fustiga;
su saliva... su saliva...
Agua que apaga la sed de mi envidia.
Es un lago donde mi lengua pesca,
y siempre el pescado es un filete
fresco, que alimenta la boca.
Cerca de mí, a mi lado, ella resucita
el muerto que mi vientre alimenta.
Lengua húmeda... es la vida de la vida.
Lo poco que nos queda es bebernos
por la mojada y carnosa lengua.
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