Pensar en ella es imaginar mi estomago.
Corazón trasvasado, en medio de dos cuerpos,
que cae a trompicones sin saberlo.
Escribo en su espalda con pluma, mi deseo.
Levanto mi cara por la mañana,
la observo, y desmiembro su cuerpo
para adornar mi horizonte.
Cuelgo todos sus trozos
por mi cuerpo.
Es larga la vida, es larga...
pero mi cuerpo;
pared de sus miembros,
museo por donde resbala
su sangre y flujo,
deja estalagmitas moribundas:
Dibujando la esperanza que desde niño,
trazo a solas con mis ojos en la ausencia,
en silencio.
Oh! secuestrando corazón
colgado en el llavero,
de la puerta, del mismo infierno.
En fin... me trasformas.
ResponderEliminarNana.
Preciosa...
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