Amo su muerte,
desde sus ojos a los míos
es tan mía, que ya no me tiene.
Necesito su muerte.
Deseo que me agarre de la mano
y me lleve de paseo por los senderos
de su vida ausente,
esa vida que nadie ha buscado,
esos senderos desconocidos
que nadie quiere.
Acuno tu muerte en mi pecho
para sentirme vivo.
Vivo con tu muerte,
trago cristales,
saboreo...
Y susurro al aire
contaminado de humo:
Dame tu muerte...
y si no me la das
te la robo cuando duermas
para que no mueras en vida,
sino en los senderos que tu muerte
elija.
Deseo que sea eterna,
que su muerte no la mate,
que su muerte me hierva,
entre sexos cómo larvas
que palpitan bajo su luz
de inconsciencia.
Y le recuerdo:
Muero mientras paseo
de la mano contigo,
imaginado cómo te ríes
ante tu muerte, cuando me mira,
muriendo a cada paso
con latidos entre ramas,
que arañan el otoño
que nadie observó:
mientras yo te miraba.
Después de leer esto ya me puedo morir.
ResponderEliminarY si algún día llegaras a mirarme a los ojos, resucitaría.
Carlos por Dios!!! qué bonito!!!
ResponderEliminarGracias MamaMuma y anónimo
ResponderEliminarFantástico; denso y desgarrador. Eres grande Cooper!!
ResponderEliminarPepa que gusto verte por aquí...
ResponderEliminarUn gin tonic y cervezas......calles con años y kilómetros de distancia. A eso me ha recordado este hermoso poema. Alguien me dijo que lo leyera. Muerte. Vida!!!!!!!!!
ResponderEliminar"Maldición gitana".
Maldición que nos ha unido...
Eliminartal vez en un halito de muerte me lleve el ultimo susurro de esta muerte que bien vive, un abrazo
ResponderEliminar....me la aplico para mi amiga muerta pero que sigue viva y pasea conmigo por todos los bares y avatares de mi torpe vida......
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