Lista de la compra.

En medio de un pasillo
del supermercado,
mi ansiedad es infinita.

Derramo mi decisión entre los colores
de todos los productos.

No acabo de llorar
en medio de ellos.

La decisión es inagotable.

Tan solo quiero cerveza,
pero la lista es incontable.

¿Cómo en la vida?
como en la vida.

No decido lo necesario
tan solo elijo lo que me arde
dentro.

Mira la lista de la compra.
arrugala,
tírala en el pasillo
de los enlatados.

La lista de la compra
es cómo una lata de tomate.

Sangre que ya no vive.
Zumo que nadie bebe.

Es cómo decidir en la vida,
escoger lo conocido,
escoger lo correcto,
lista elaborada,
y
al final,
siempre escogemos
lo no listado,
lo no preparado.

No nací listo.
No nací preparado.

Y la palabra redunda como la duda
ante la elección.

Caja de cerveza,
mucha bebida.

Siempre me falta
efectivo vital,
tenemos que dejar cariño
para salir calle afuera.

Bote de café,
barra de pan,
lomo de cerdo,
ventresca de atún,
pizza refrigerada,
vida al vacío...

indecisión,
indecisión...
indecisión:
Indecisos.


Somos paridos sin pedido.

Nada es gratis.
Elegir es difícil.

La soledad es cara;
tanto como salir sin pagar
lo que suspiras.

Todo tiene un precio
en esta absurda avenida
en la que retorcemos
la decisión grotesca.

Todo cuesta...
hasta la cerveza
que cambias,
por comida,
evadiendo la soledad
de lo inesperado.

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