Camino en esta tierra,
cada paso
me hace más minúsculo
disminuyo, todo en mi
se hace silencio...
Llueve,
hace sol,
nieva,
las hojas
caen amarillentas
agonizando,
nadie las escucha...
las ensordecemos
con nuestros quejidos
de egolatrías
egoístas
egocéntricos...
yo más que nadie
y nadie más que yo.
Oigo incluso
a mi vecino
del quinto
ahora
que no tengo
vecino del
quinto...
Las paredes,
los muros,
todo habla.
Pero no escuchamos
la extraña vida de los objetos
que por su quietud,
llevan impresa
la experiencia
del minuto,
que se ha convertido
en año y al año
que se va convirtiendo
en siglo,
envejeciendo
dentro de si mismo,
arrugando sus segundos
como etiquetas arrancadas
a una botella de cerveza.
Nadie estará
aquí cuando todo pase,
y el yo, solo será
un olvidado
pasajero
que perdió
por no escuchar.
Mundo enfermo
humanidad sorda.
bellisimo
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