Recorro recreando mi estupidez
los bares de mala muerte,
en noches de soledad
rodeado de mundo.
Busco la felicidad
esnifadandola en los baños,
bebo como una bestia
y rió llorando mi polo opuesto
a ese momento quieto.
Ella duerme en casa sola,
mientras la ansiedad la come,
y sueña que llego y entro en la cama
para garabatear a besos
su espalda,
como una pizarra dibujada
por niños en un viernes,
en la última hora de clase.
Pero no, yo cruel conmigo
la hago sufrir, cambio como un camaleón
y subo las calles enredado entre
el asfalto y mi crisis existencial.
Lejos de todo eso en el espacio
hay estrellas y planteas con otras vidas
que no conocemos.
Por eso cuando nos juntamos,
el amor nos felicita y el odio
y el enfado se dan la vuelta.
Saboreo el sabor salado de mis lágrimas en la soledad deseosa de aventura
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