Corrí como alma reclamada por el cielo,
conducía el coche como si montara en bicicleta,
llevaba café en el pecho y cerveza en la barriga,
ella me había llamado, yo era como un perro
aciago y solitario, que trasnochado, no se amedrentaba
por el pasado.
No llevaba la cartera, no llevaba carnet de identidad,
ni documento de conducir, no llevaba dinero, ni tarjetas
de crédito, no llevaba nombre, ni apellidos, ni sombra,
ni olvido, ni pensamiento de muerte ni nada negativo.
La vida por todos los bolsillos me trepaba para llegarme hasta su puerta.
Llegué, la cancela estaba abierta, la luna ladrando en el patio,
me recibió como al dueño que llega del trabajo si saber de mi pena.
Llamé a la puerta,
palabras,
palabras,
besos, descomunal
el amor y el reencuentro, no llevaba carnet de identidad,
ni huellas de mi tiempo, pero ella supo
decirme quien soy
y que represento.
No leo a nadie contemporáneo que sea tan brillante y expresivo como tú, querido Carlos, eres el poeta.
ResponderEliminarno llevaba carnet de identidad,
ni huellas de mi tiempo, pero ella supo
decirme quien soy
y que represento.
La genialidad de encontrar lo que uno es en brazos o en manos de otros es ser generoso y saber que el yo es solo la fortaleza ante la soledad, lo demás es lucha.
Alberto C.