A los doce fregaba vasos en una taberna
por cuatro mil pesetas a la semana.
A los quince los vasos los recogía
vacíos de un bar de noche,
por mil quinientas el turno.
A los diecisiete por cinco mil la noche
era portero y me partía la cara por un negocio
que no era mío.
A los dieciocho esnifaba coca,
las rayas eran lo único blanco
en mi vida.
A los veinte, bebía todos los días.
A los veintinueve me puse la soga
al cuello, y besé al engaño.
A los treinta y uno, un cáncer
que me mató y me dejó volver.
A los treinta y séis un intento de suicidio.
A los treinta y siete, engañaba al amor.
Ahora sin edad que repasar, solo quiero
sentarme en un bar, antes de seguir y recibir un beso.
:-) Yo, ahora, después de todo, he aprendido que lo mejor es, nacer querido y morir amado, asi es que como no naci querida, espero morir amada.
ResponderEliminarEs embriagadora tu poesía, niño.
ResponderEliminarMuy buen poema Cooper. Un estilo muy depurado. Saludos.
ResponderEliminarMuy bonita Carlos.Arriba-.,demuestrale a la vida quién eres;)
ResponderEliminary a los 38 , ni antes ni después ... te bese. Tespero.
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