Nunca creí en la belleza
hasta que ella se sentó
en la parada de autobús,
abrió un libro de Peter Esterhazy
(Una mujer),
dio un trago a un café para llevar,
y me llevó arrastrado hasta
la arruga más pequeña de las sábanas
de su cama.
No fui capaz de imaginar más.
Solo eso.
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