Rebusco en mis bolsillos, la necesidad de viajar.

Fehaciente,
inherecia,
machaca en el mortero
la vergüenza ajena.

Una voz ronca me insta a ser juez
de una muerte, parida por la vagina
en la que mi sangre se trasformó
en imágenes cubistas.

El tiempo es arena en el prepucio.

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