Acepto mi muerte y la unjo contra mi pecho.
Camino como una tostada solitaria,
soy una rebanada de pan seco,
todas las calles aceitosas aclaman mi nombre.
No sé por donde sacar tanto ruido,
el calor me allana y me llena de aburrimiento,
no soporto mi sombra de humor tácito.
Acepto mi muerte en esta vida sin sal,
y la unjo contra mi pecho.
Ahora solo quiero que seas mi vaso lleno,
crucificame sin pecar,
matame contando las pecas de tu espalda,
mientras mi pene plancha las arrugas
de tu vagina.
Devoraré tu cérvix un día de estos.
seré elevado por los dioses, del olimpo.
Tanta gastronomía no la conocen los dioses,
la vida es contar muertes en tus senos.
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