Aullidos que hacen eco, en una taza de café con cerveza.

Cambia el viento
con la voz ajena,
eres el ticket roto
del viaje.

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En el bode de tu vaso,
han parido muchas mujeres,
su harapiento óvulo sangriento.

Jamás serás padre,
porque te cercenaron
la vida en el equinoccio
de tu invierno.

Sorbe con pajilla,
el fracaso de tu inherencia,
esa que no soportas.

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Vomito haikus
en el noche abyecta,
madrugar es morir.

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Ya no existe la música
menor de los acordes llorones,
ahora hay que ser fuerte.

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Si escribo todo esta noche,
mañana estaré suicidado
por mis conjunciones,
matado por la belleza
de la ausencia,
la estética de esto;
no la contempló
Calvino.

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Van-Goh,
me quedan dos orejas,
pero solo un testículo.