Morir a contrarreloj,
sé que exprimo la parca
como una naranja borde.
Me bebo el zumo amargo,
en cada desayuno.
Desayuno a las siete de la tarde,
mientras, me debato entre lo acaecido
y la conjetura.
Ahora muero a contrarreloj,
dejando que florezca la vida
escondida por tus esquinas,
para morir sin tiempo
con todo esto,
en medio de esto,
que al final será recordado
como un leve aquello.
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