Noche de bares, sin recuerdos, ni consciencia, me pierde la esquizofrenia de mi bolsillo vacío.

Resuena,
retumba y me atormenta,
el sonido de la muerte
en mi cabeza.

Tiene mil cuervos
en el pelo,
y un gorrión en la vagina.

Huyo por las calles,
para morir en sus labios.
Es la única muerte
que me salva de la matanza
ordinaria de la misma muerte,
aburrida de tanta muerte.

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