Le di dos puñetazos
a la luna.
Testigo muda,
del sufrimiento humano.
De sus cráteres todo el dolor
en pus, salió expirado en muerte.
A horcajadas, me masturbé
sobre ella.
Me corrí sobre ella,
salio mi esperma,
como un brote de esquizofrenia,
imparable.
Escucha mi semen,
es un aullido en tu vagina.
Oda a la muerte.
Le unté mi leche,
en la cara blanca,
en la cara oscura.
Me suicidé,
lanzando al vacío del universo,
el dolor, que no era mío.
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