A veces, todo el sufrimiento
del mundo,
cabe en un trago de ginebra;
en una mirada al frente mientras almuerzas,
solo en un bar de carretera,
mientras abres la puerta de tu casa,
o lees una carta,
o te quedas mirando a los ojos
de quien te habla, sin atender
lo que cuenta.
Entonces casi te asoma la lagrima,
pero la enjugas tragándola...
y continuas,
sigues,
vas,
caminas,
a ese lugar llamado:
Hacia delante,
que es como el Nunca Jamás;
únicamente habita en tu esperanza.
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