Música y miradas mientras tomo café y dejo que te vayas

Ha pasado el tiempo,
todo sigue igual.

Los ciclos se cumplen,
el mundo lo tiene todo organizado
bajo su estructura,
es como una partitura en coda.

El hombre (como especie)
es el canon de sus sentimientos.

El café sigue siendo amargo,
la cerveza mejor fría,
el vino siempre redondo,
las lentejas, si quieres...

Te miran y te estremeces,
en medio de un bar, borracha,
y adentrada en la noche,
te sigue gustando que te muerdan
la oreja o te chupen el cuello,
me gusta decirte que tu barbilla,
cuando la sostengo entre mis dientes
y la golpeo y chupo con mi lengua,
es tu vagina.

Al día siguiente bailas en la mano,
y hueles la almohada y las sabanas
recorriendo con tus dedos,
el abundante esperma que aún habita
en tu vagina.


Ha pasado el tiempo,
todo sigue igual.

Por eso me gusta ponerme
encima de ti y masturbarme,
ver como chorreo, como caigo
en ti, como una cascada,
como una ducha de muerte,
que se balancea en tu vientre;
como una bala que disparo
en tu cara.

Es lo que tiene todo esto
de la vida, que si te retuerces
en la angustia, sólo te quedas
con ese momento,
en el que crees que estás más cerca
del amor,
echandote fuera, y quedandote
en tu recuerdo más muerto,
que el semen que no vive,
en el borde de tu canto.




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