Protector imaginario. A Boris mi perro imaginario.

De pequeño me tapaba la cabeza con las mantas,
y abrazaba fuerte la almohada,
en la oscuridad de la noche veía como superpuestas
sombras más oscuras que me acosaban.

Sudaba y sentía como si me acariciaran los pies,
eran sombras que me aterrorizaban.

por el día en el pasillo, se me aparecía
una especie de rabo en la habitación
de mis padres como si latigueara el suelo
después desaparecía.

No me gustaba subir las escaleras,
hasta mi casa porque parecía que me empujaban.

De pequeño mi niño me acompañaba,
y por miedo tuve un amigo imaginario,
un perro llamado Boris.

No sé de dónde salió Boris,
ni como llegó a mi, pero me protegió.

Le daba patas de pollo y cabezas,
el carnicero me las daba y me miraba
como si estuviera loco.

Boris se me perdió y yo lo busqué a gritos,
por la calle.
Aquél día apareció.

De pequeño tenía terror a quedarme solo,
y por mi imaginación Boris me defendía
y nunca más vi cosas raras.

Ahora sigo buscando en la noche
la mano, o a lo peor la almohada,
y cuando me aterra algo, sé que Boris,
aunque desapareció en el tiempo,
me protege y me acompaña.

3 comentarios:

  1. Siempre hemos de tener un Boris que nos ayude a sobrevivir...

    ResponderEliminar
  2. Me da la sensación que de pequeño debías ser muy, muy inteligente!...

    Alberto.

    ResponderEliminar